Los niños hospitalizados empiezan el curso escolar “entre estrellas”
Los niños hospitalizados empiezan el curso escolar “entre estrellas”
Recién pintada y arreglada, el Aula Hospitalaria del Complejo Torrecárdenas acogía ayer la inauguración oficial del curso escolar que, gracias al programa nformático Mundo de Estrellas, “permite que el niño que está hospitalizado tenga una relación directa con su entorno, tanto su familia como sus amigos”, según explica la gerente de hospital, Francisca Antón. Con este contacto virtual y con el apoyo académico que proporciona el equipo docente del hospital, “se consigue normalizar la vida de los pacientes”.
El año pasado, 2.037 menores pasaron por las Aulas de Torrecárdenas, el Hospital del Poniente y el de la Inmaculada. En el primero, las maestras María José Marín, Elisa Bernárdez y Encarna Carrillo se ocupan de que los niños ingresados no pierdan el ritmo lectivo, pero también de que los pequeños se motiven, encuentren la atención personalizada que necesitaban para tomar impulso en sus estudios y consigan que su mejora en lo académico redunde en una mejora sanitaria.
Esto es posible “por el seguimiento y la coordinación que se hace con los centros escolares”, explica María José Marín, que trabaja en el aula desde hace 15 años. La diversidad de las necesidades de los hospitalizados hace que cada maestra se dedique a un tipo de alumno. Mientras Elisa se ocupa de los enfermos crónicos, que son unos 40 casos actualmente, y Encarna de los ingresados de corta estancia, María José trata con los estudiantes oncológicos. “Son casos en los que a lo largo del año, el paciente alterna periodos en el hospital con otros en casa, por lo que es necesaria la coordinación con el colegio y el equipo de atención domiciliaria”. Se consigue así ejemplos como el de “una niña que el año pasado estaba desanimada” pero tras el trabajo en el aula de Torrecárdenas, “sacó un 9 en matemáticas”, recuerda la maestra.
De la misma manera, cuenta su compañera Elisa Bernárdez, “hace poco un niño llamado Fermín al que se le había atragantado la división se motivó y la semana que estuvo ingresado consiguió aprender”. El éxito de este programa lo demuestra también la satisfacción de los padres.
“Es cierto que en ocasiones te implicas en la enfermedad, pero sobre todo por lo que atañe al punto de vista pedagógico; es decir, nos informamos para saber si hay un medicamente que hace que el niño esté más nervioso, por ejemplo”, detalla Elisa Bernárdez, que lleva 23 años en el Aula, “y a veces pues sí que nos piden sus familiares que les animemos a comer, que nos ocupemos de otros asuntos que salen de lo académico”.