En este instituto almeriense el teatro es una forma más de aprender
Más de 150 estudiantes participan en esta actividad que ls da muchas aptitudes y ventajas

Obra de teatro del IES Fuente Nueva.
En el IES Fuente Nueva de El Ejido, el teatro no es una actividad puntual ni una obra a final de curso, es parte del día a día del centro. Aquí, el timbre del recreo no solo significa salir al patio y es que, para muchos alumnos, es también el momento de subirse a un escenario, ensayar una coreografía, aprender a proyectar la voz o perder la vergüenza delante de los demás. El teatro no es un extra, es una forma de aprender.
El proyecto lo impulsa desde hace más de una década Marta Sánchez Suárez, profesora de música del centro desde 2010, que tiene una idea muy clara: el arte, para que funcione en el aula, tiene que ser práctico. “Desde que llegué, siempre he querido que tanto la Música como el Arte Escénico se trabajen desde la experiencia directa, no solo desde el libro”, explica, una inquietud que fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un proyecto consolidado.
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Cuando ella llegó, el Departamento de Música colaboraba en proyectos Erasmus y en programas bilingües, pero en el año 2012 surgió algo más. Ese año, el instituto comenzó a participar como centro escolar en la Muestra de Teatro Aficionado de El Ejido, primero con actuaciones musicales y, después, con propuestas más ambiciosas. “La inquietud por el teatro estaba ahí, en el alumnado, y decidimos encauzarla”, cuenta Marta.
Los recreos se llenan de teatro
Hace cuatro años, y con el entusiasmo de los alumnos en aumento, el proyecto dio un salto decisivo: nació un taller de teatro en los recreos. Sin exámenes y sin libros perseguía un objetivo claro, que los asistentes puedan actuar y pasarlo bien.
Dos recreos a la semana, aproximadamente una hora en total. Un tiempo que parece poco, pero ha sido suficiente para enganchar a decenas de alumnos: “El que viene al taller del recreo tiene claro que quiere salir a escena. Ahí el foco está en actuar, es diferente a la asignatura optativa, en la que se trabaja todo lo demás: vestuario, decorados, guion, iluminación, atrezo, tramoya… absolutamente todo”, explica la profesora.
El resultado final es un aprendizaje global del teatro, por niveles, desde primero a cuarto de la ESO, adaptado a cada curso y con roles progresivos. Un proyecto que, además, ha ido creciendo de forma exponencial y parece no tener límite: de 12 alumnos en sus inicios a dos grupos de unos 20 alumnos por clase en la actualidad, lo que daría un total de 160 estudiantes, una cifra que habla por sí sola.

Representación en residencia de mayores.
Este curso, el objetivo es ambicioso: representar el musical 'Matilda', en colaboración con el Conservatorio Profesional de Música de El Ejido. El conservatorio aportará la parte musical y, el instituto, por su parte, la interpretación, el baile y toda la parte escénica. Un trabajo conjunto que culminará, si todo va según lo previsto, a final de curso.
Nada de esto sería posible, subraya Marta, sin el respaldo del centro. “El apoyo del equipo directivo es total. Siempre que necesitamos material o apoyo técnico, la respuesta es sí. Sin ese respaldo, un proyecto así no saldría adelante”.
De la curiosidad al compromiso
Jorge Morales, alumno de 3º de ESO, es uno de esos casos que explican mejor que cualquier cifra por qué funciona el proyecto. “Empecé en primero de la ESO, casi de broma, con unos amigos. Dijimos: probamos un trimestre y nos vamos”, recuerda. Y casi sin darse cuenta, ese trimestre se ha convertido en tres años. Al principio comenzó con papeles pequeños, después, con el tiempo, fue representando roles con más texto.
Hoy, Jorge sabe que volverá a elegir teatro en cuarto: “Es una asignatura de desconexión total. Unas horas a la semana para hablar, bailar, crear decorados… te quita las cosas de la cabeza. Quien no tenga esto en su centro, se lo está perdiendo”, afirma.
Ana María Pizcaro, también de 3º de ESO, representa el otro lado de la historia: el de quienes no se atrevieron al principio. “En primero no me apunté. Me daba mucha vergüenza, pero luego vi a mis compañeros actuar en el auditorio y pensé: el año que viene me apunto sí o sí”. Lo hizo, y no se arrepiente. “El teatro me dio muchísima confianza. Hice papeles principales, actué en el Teatro Municipal, conocí a un montón de gente… se te quita la vergüenza y ganas seguridad”, cuenta.
Mucho más que actuar
El impacto del teatro no se queda en el escenario. Los propios alumnos lo explican con claridad: mejora la expresión oral, la postura, la memoria, la lectura en público y hasta el rendimiento en otras asignaturas. “Aprendes a proyectar la voz, a no dar la espalda al público, a leer sin trabarte”, explica Jorge. “Y cuando tienes un papel protagonista, la memoria se te entrena sola”.
Incluso en asignaturas como Inglés o Lengua, el teatro deja huella. Obras trabajadas en escena vuelven después en forma de lecturas o contenidos curriculares, ya conocidos, ya vividos.
Así, se ha terminado formando un proyecto donde el recreo se transforma en ensayo, el aula en escenario y el arte se vuelve una verdadera herramienta para aprender. Hoy, ver a los alumnos crecer, perder la vergüenza y descubrir su pasión es la mejor prueba de que vale la pena el esfuerzo realizado.