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Almería

Sara Vega, psicóloga de Almería, sobre la ansiedad con la comida: “La Navidad es como un examen”

Las celebraciones navideñas pueden intensificar síntomas en personas con ansiedad o TCA, por lo que la psicóloga almeriense Sara Vega aporta claves para afrontarlo sin culpa

Mesa de Navidad repleta de comida

Mesa de Navidad repleta de comidaLA VOZ

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La Navidad suele asociarse a reencuentros, alegría y mesas repletas, pero no siempre es así. Para muchas personas, estas fechas pueden convertirse en un periodo de tensión emocional y ansiedad, especialmente cuando existe una relación complicada con la comida. El trastorno de ansiedad es el problema de salud mental más frecuente en España, según el Ministerio de Sanidad, y los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) afectan sobre todo a mujeres jóvenes. En este contexto, la temporada navideña puede intensificar síntomas y dificultar el disfrute de las celebraciones.

En Almería, las reuniones familiares y las comidas festivas son una parte esencial de la tradición navideña, desde las cenas en la capital hasta los encuentros en municipios del Poniente, el Levante o el Almanzora. Un calendario social intenso que, para quienes conviven con la ansiedad o TCA, puede resultar abrumador. La psicóloga almeriense de la clínica Rehab, Sara Vega, especializada en nutrición, lo resume así: “Cuando la comida es el centro de la celebración y la persona se siente observada o juzgada, el miedo, la culpa o la vergüenza pueden dispararse”, explica.

Una sensación difícil de poner en palabras, pero que muchas piezas audiovisuales intentan retratar con primeros planos, el sonido que se apaga y el cuerpo en alerta, como si todo alrededor se estrechara. Algo que no ocurre solo en la ficción: también en la realidad hay quien vive las comidas navideñas desde ese primer plano emocional invisible, pero muy real, donde la mesa deja de ser un lugar de encuentro y se convierte en un desafío silencioso.

Sara Vega, psicóloga almeriense

Sara Vega, psicóloga almerienseLA VOZ

Ansiedad y alimentación

Lejos de ser un problema aislado, la ansiedad y los trastornos de la conducta alimentaria forman parte del día a día de miles de familias. El Ministerio de Sanidad sitúa a la ansiedad como el trastorno de salud mental más frecuente en España: afecta al 6,7 % de la población, porcentaje que sube hasta el 10,4 % si se incluyen los síntomas vinculados. El impacto es mayor en mujeres (8,8 %) que en hombres (4,5 %). En el caso de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia o la bulimia, la prevalencia general ronda el 1,4 %, pero aumenta hasta entre 3 y 6 % en mujeres de 15 a 45 años, donde la presión estética y social juega un papel determinante.

En este contexto, la Navidad no provoca estos trastornos, pero sí puede actuar como altavoz. En pocos días se acumulan comidas copiosas, sobremesas largas, brindis, comentarios sobre el peso o la apariencia física y una presión explícita o implícita por “pasarlo bien”. Para quienes conviven con la ansiedad o un TCA, este entorno puede intensificar síntomas y aumentar el riesgo de recaídas. En consulta, Vega lo resume de forma clara: “En estas fechas, la mesa puede sentirse más como un examen que como un lugar de encuentro, y eso tiene un coste emocional”. Por eso, más que disfrutar sin medida, para muchas personas el reto es llegar a enero sin culpa.

Prevalencia de los trastornos en hombres y mujeres

Prevalencia de los trastornos en hombres y mujeresMinisterio de Sanidad

Antes, durante y después 

Para quienes conviven con ansiedad o un TCA, la clave no está solo en aguantar la comida navideña, sino en prepararla emocionalmente. Antes de sentarse a la mesa, Vega recomienda decidir a qué eventos se puede acudir y a cuáles no, algo que define como “un acto de autocuidado, no de egoísmo”. También propone llegar con un estado emocional regulado mediante respiraciones, paseos, meditación o actividades personales que ayuden a bajar la activación, como escribir o incluso pintar. Anticipar posibles comentarios y planificar respuestas o salidas es otra herramienta útil.

Una vez en la mesa, puede ayudar servirse el plato completo al empezar, para evitar improvisaciones que disparen la ansiedad. Practicar ‘mindful eating’ —comer de forma consciente y sin juicio— favorece que la atención esté en la experiencia y no en el miedo, aunque Sara insiste en que debe aprenderse bien para no generar frustración. Al terminar, cambiar el foco es fundamental: retirar platos, proponer un juego de mesa o hablar de otro tema ayuda a que la sobremesa no se convierta en un campo minado emocional.

¿Qué es la alimentación consciente?

El mindful eating es practicar la atención plena al comer, enfocándose en el proceso completo, desde la elección de la comida hasta el disfrute del sabor y la textura, prestando atención a las señales de hambre y saciedad del cuerpo para comer sin prisas, sin distracciones, y reconectando con el acto de alimentarse de forma intencionada, reduciendo así la ansiedad y el hambre emocional.

Poner límites 

Igualmente, la Navidad está llena de invitaciones, compromisos y expectativas, pero aceptar todo puede ser contraproducente. Sara insiste en la importancia de renunciar sin culpa a aquello que resulte abrumador: “No es necesario estar en todo ni con todo el mundo, ni llegar hasta el final de cada celebración”. Elegir lo que suma en lugar de lo que desgasta es una forma de protegerse. También ayuda flexibilizar la autoexigencia y los valores rígidos sobre la comida, porque la idea de “hacerlo perfecto” suele mantenerse a base de culpa.

Otro límite importante está en el consumo de alcohol. En estas fechas está normalizado, pero puede aumentar la desregulación emocional y dificultar la conexión con las señales corporales. Optar por bebidas sin alcohol o intercalar consumos es una forma de mantener el control sin sentirse fuera de lugar. Lo mismo ocurre con la comida: comer lo que apetece y hasta donde apetece, sin forzarse “por quedar bien”, es una manera de respetar el propio cuerpo.

Cuidarse como propósito 

El paso a enero suele venir acompañado de propósitos centrados en dietas, pérdida de peso o ejercicio, pero para quienes tienen ansiedad con la comida ese enfoque puede ser un detonante. Vega recomienda cambiar la mirada: “No se trata de empezar el año siendo otra persona, sino de seguir avanzando y cuidándote”. Objetivos vinculados al movimiento por placer —mejorar la fuerza, la flexibilidad o la energía— o a la salud emocional —pedir ayuda antes de bloquearse, reservar tiempo de descanso o sostener rutinas que aporten calma— son alternativas más realistas.

La autocompasión juega aquí un papel fundamental. Hablarse a uno mismo como se hablaría a un amigo, permitirse descansar, revisar expectativas y recordar que la salud mental no entiende de calendarios son formas de mantener el equilibrio emocional más allá de las fiestas. Como insiste la psicóloga almeriense, “podemos con todo, pero no con todo a la vez”, una frase que resume el espíritu de afrontar la Navidad sin miedo y de iniciar el nuevo año sin culpa. Porque, al final, estas fechas no son un examen. Es un tramo del calendario. Y la salud mental merece espacio también en la mesa. 

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