El colegio almeriense en el que la igualdad ha despertado
El CEIP San Valentín transforma su manera de educar con un proyecto que ha roto estereotipos y sembrado respeto desde la infancia

Algunos de las actividades realizadas en el proyecto 'El despertar de la Igualdad'
Dicen que la igualdad no se enseña con discursos, sino con gestos pequeños que se repiten hasta calar. A veces, empieza con una mano tendida para invitar a bailar, con una mirada que dice “puedes hacerlo” o con un aula donde nadie se ríe de los colores que eliges ni del juego que prefieres. A veces, la igualdad llega despacio, casi en silencio, y otras irrumpe bailando, dispuesta a quedarse.
La mañana del 25 de noviembre de 2021, los alumnos del CEIP almeriense San Valentín, ubicado ahora en la zona de la Plaza de Toros, bailaron ‘La puerta violeta’ de Rozalén, con el corazón encogido por haber dejado atrás su antiguo colegio —cerrado por riesgo de derrumbe— y la ilusión de comenzar una nueva etapa en las instalaciones del Juan Ramón Jiménez. Fue el primer paso de un proyecto que ha revolucionado la vida del centro. Se llama ‘El despertar de la Igualdad’, lo coordina la docente Jennifer Veiga Benatti y, varios cursos después, ha cambiado la forma en que su alumnado entiende la convivencia, el respeto y la igualdad entre niñas y niños.
El origen: un cambio forzado que encendió la chispa
El cierre repentino del antiguo colegio cayó como un jarro de agua fría sobre toda la comunidad educativa. De un día para otro, el CEIP San Valentín tuvo que dejar sus aulas y reconstruirse en un entorno nuevo. “Necesitábamos algo que nos uniera, que nos recordara que seguíamos siendo un colegio, aunque hubiéramos perdido las paredes que conocíamos”, explica Veiga en una charla con LA VOZ. En ese contexto nació la idea de crear un proyecto que ayudara a sanar heridas y, al mismo tiempo, a plantar la semilla de un cambio profundo: educar en igualdad desde la base.
De ese impulso surgió la primera actividad: un baile colectivo al ritmo de 'La puerta violeta' de Rozalén para conmemorar el 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. “Lo bailamos con el alma. Veníamos de cerrar un cole y abrimos otro con un mensaje de esperanza”, recuerda emocionada.
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Aquel gesto sencillo —un grupo de niños y niñas bailando juntos— se convirtió en una declaración de intenciones. Lo que comenzó como un impulso emocional acabó transformándose en un proyecto sólido, con actividades planificadas, objetivos claros y una ambición enorme: despertar la igualdad en cada rincón del centro. Hoy, ‘El despertar de la Igualdad’ cuenta con el reconocimiento del CEP (Centro de Profesorado) de Almería como Buena Práctica Educativa, pero sobre todo con algo más valioso: la sonrisa cómplice de un alumnado que empieza a mirar el mundo con otros ojos.

Baile de 'La puerta violeta' de Rozalén, coordinado por Jennifer Veiga
Estereotipos que se destruyen
Desde que comenzó, el programa ha ido deshaciendo viejos prejuicios como quien abre ventanas para que entre aire nuevo. Aquellos niños que aseguraban que bailar era “cosa de niñas”, que se reían de quien llevaba una camiseta rosa o que se negaban a formar equipos mixtos, hoy comparten juegos, bailes, deportes y espacios con una naturalidad que parecía impensable hace apenas tres cursos.
La receta ha sido clara: acción, creatividad y emoción. Cada curso se planifican actividades que invitan a pensar sin imponer, que abren conversaciones sin dar lecciones. Han bailado juntos coreografías contra la violencia de género, han diseñado campañas con lemas como “Un juguete no define mi género”, han llenado de cometas el colegio para romper simbólicamente ese “techo de cristal”, que aún pesa sobre tantas mujeres, y han salido al barrio a contar cuántas calles tienen nombre de mujer.
Incluso, llevaron sus propuestas a la alcaldesa de Almería, María del Mar Vázquez, y defendieron la idea de dedicar una calle a la oceanógrafa almeriense Jimena Quirós. “Cuando ven que algo que han pedido se hace realidad, se sienten orgullosos. Se dan cuenta de que su voz cuenta”, dice Veiga con emoción.
El cambio se nota en el ambiente. Quienes antes marcaban distancias por género ahora juegan con el mismo balón y se animan en una coreografía. Incluso, estudiantes con conductas disruptivas han terminado liderando exposiciones sobre igualdad, demostrando que, cuando se les ofrece confianza y se les da un espacio, responden con implicación, creatividad y ganas de construir algo nuevo.

Otras actividades de 'El despertar de la Igualdad'
Retos: sembrar igualdad también en los libros
El camino no ha estado libre de obstáculos. Uno de los mayores retos ha sido implicar a las familias, que por la distancia del centro apenas participan en las actividades. Aun así, los avances son evidentes y el reconocimiento del CEP de Almería ha supuesto un empujón de energía y orgullo. “Es un regalo a nuestra labor docente. Coordinar un proyecto así es duro, pero cuando haces algo con amor, se nota”, afirma Veiga con la emoción de quien ha visto crecer a los alumnos.
El próximo paso apunta a las páginas: el equipo quiere llevar la igualdad también a la biblioteca escolar, con libros que den voz a autoras, personajes femeninos valientes y relatos que rompan moldes, además de cuentacuentos y canciones que siembren respeto desde las primeras letras.
“El cambio es posible, aunque al principio el alumnado se cierre. Poco a poco, con cariño, se transforman actitudes, y eso es lo más bonito”, resume Veiga. Y tal vez ahí esté el secreto de 'El despertar de la Igualdad': que empezó como un simple baile y ha terminado convirtiéndose en una forma nueva de mirar el mundo. Porque cuando la igualdad despierta, ya no hay quien la haga volver a dormirse.

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