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Educación

Septiembre no llega para todos: Almería, la provincia con mayor abandono escolar de España

Uno de cada tres jóvenes almerienses deja los estudios antes de tiempo, el doble que la media nacional

Clase en el IES Alhamilla (Almería)

Clase en el IES Alhamilla (Almería)IES Alhamilla

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Hay decisiones que se toman en silencio y cambian un futuro entero. Pedro tiene 25 años y dejó el instituto porque sentía que no encajaba. Encadenó empleos duros y mal pagados, hasta que entendió que así no podía avanzar. Tiempo después decidió reengancharse para terminar sus estudios básicos. Hoy, con orgullo, resume su decisión en una frase: “Con las manos no se llega lejos; se llega lejos con la cabeza”. Pedro no se llama Pedro. Se ha cambiado su nombre para proteger su identidad, pero su historia es real y podría ser la de muchos jóvenes en Almería. Y su caso, aunque esperanzador, es todavía minoritario en una provincia donde abandonar y no retornar es la norma.

Porque este septiembre, mientras miles de mochilas regresan a los patios con olor a libros nuevos y reencuentros, hay chavales que no volverán a escuchar la campana. En Almería, el verano se convierte en frontera silenciosa: unos regresan al aula, otros se quedan fuera. El resultado es un dato demoledor que sitúa a la provincia en lo más alto del abandono escolar en España. Por ello, se trata de adentrarse en las causas, los testimonios y las voces expertas que explican por qué aquí la brecha no se cierra.

Almería, líder en abandono escolar 

Los números confirman lo que en los pasillos de muchos institutos ya se sabe: en Almería, demasiados jóvenes dejan de estudiar. La magnitud del problema quedó reflejada en la monografía  elaborada por Manuel T. Valdés (Universidad de Viena) y Miguel Requena (UNED), concluida en 2024 y publicada en mayo de 2025 por la Fundación Ramón Areces.

El estudio, basado en los Censos de Población y Vivienda de 2011 y 2021 del Instituto Nacional de Estadística (INE), coloca a la provincia almeriense en el primer puesto del país: un 32,9 % de los jóvenes de entre 18 y 24 años ni estudia ni ha completado estudios posteriores a la secundaria. La cifra casi dobla la media nacional (18,5 %) y multiplica por cuatro la de provincias como Guipúzcoa (7,5 %), la cual posee la menor tasa de España.

Lo más alarmante no es solo la fotografía fija, sino la película completa. Entre 2011 y 2021, la tasa de abandono en Almería apenas bajó 10,5 puntos, cuando lo esperado era casi el doble. Mientras otras provincias recortaban distancias, Almería se quedaba anclada en el primer puesto.

Mapa elaborado en la

Mapa elaborado en la "LA GEOGRAFÍA DEL ABANDONO ESCOLAR TEMPRANO EN ESPAÑA" (2024), sobre la tasa de abandono en España, destacando Almería, como provincia con mayor tasaManuel T. Valdés y Miguel Requena

Factores que pesan 

Los investigadores hablan de una “tormenta perfecta”, es decir, de algunos factores que explican este liderazgo indeseado: la facilidad para acceder a trabajos precarios en el campo o la hostelería, el desempleo juvenil elevado, el bajo nivel educativo de las familias —solo un 16 % de los jóvenes almerienses tienen padres universitarios, frente al 25 % nacional— o unos núcleos familiares más frágiles.

Son factores estructurales que se repiten en los informes, pero que se manifiestan en las consultas. La psicóloga sanitaria infanto-juvenil, Alejandra Pérez de los Cobos Agüero, del centro Dasein en Almería, lo observa en sus pacientes: “Muchos adolescentes pierden la motivación porque sienten que lo que estudian no les servirá de nada. Las redes sociales y el espejismo de ganarse la vida en internet también les confunde. Considero fundamental que la familia sea el pilar cuando existen tropiezos, ya que, si no es así, pueden perder los incentivos y llegar a tirar la toalla”.

En su experiencia, la autoestima es determinante. Un suspenso puede ser solo un bache si el alumno se siente capaz de remontar, pero se convierte en un muro infranqueable cuando no cree en sí mismo o carece de apoyos. Esa diferencia, sutil pero decisiva, explica por qué algunos se reenganchan y otros abandonan definitivamente.

Barrio de Oliveros en Almería

Barrio de Oliveros en AlmeríaArchivo LA VOZ

Más que cuadernos

Toda esta situación se traduce en adolescentes que llegan al aula arrastrando una mochila mucho más pesada que la de los libros. Una mochila hecha de contextos familiares inestables, barrios con menos oportunidades y trabajos precarios que aparecen demasiado pronto en sus vidas. En Almería, asociaciones como Cruz Roja lo saben bien: “Atendemos a casi 400 niños y niñas en la capital y en otros municipios como Adra, Roquetas o El Ejido”, cuenta Germán Martín, responsable de Juventud.

“No se trata solo de apoyo escolar: trabajamos salud, ocio, habilidades sociales, prevención de la violencia. Si no se abordan todas esas áreas, es muy difícil que un chaval tenga éxito escolar”. Por eso, en estos programas también participan las familias. Las dinámicas del hogar, los problemas del entorno o incluso la soledad no deseada acaban pesando tanto como un examen de matemáticas. La educación, al final, es un rompecabezas en el que cada pieza —desde los recursos de un barrio hasta la confianza en casa— puede marcar la diferencia entre volver a clase o quedarse en el camino.

Talleres de Cruz Roja Almería, enfocados en la juventud

Talleres de Cruz Roja Almería, enfocados en la juventudCruz Roja Almería

La voz de quien volvió

Entre tantas historias de abandono, hay pocas de regreso. Pedro es una de ellas. Dejó el instituto porque no se veía allí, pasó por empleos duros y precarios y, con el tiempo, entendió que necesitaba otra salida. Hoy habla con orgullo de ese paso: “Me di cuenta de que con las manos no se llega lejos; se llega lejos con la cabeza”. Su caso demuestra que reengancharse es posible, aunque minoritario, en una provincia donde lo habitual es abandonar y no regresar. Historias como la suya personifican que la estadística se puede romper, pero hacen falta apoyos, referentes y segundas oportunidades. Sin ellos, el camino de vuelta suele ser cuesta arriba.

Porque cada septiembre vuelve la ilusión de los libros nuevos y los patios llenos de ruido, pero también la evidencia de una herida que Almería no ha logrado cerrar: casi uno de cada tres jóvenes se queda fuera del sistema educativo. Entre números y contextos que pesan, siempre hay margen para volver. La pregunta es si la provincia sabrá ofrecer suficientes caminos para que no sea la excepción, sino la norma.

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