La Voz de Almeria

Opinión

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El principal enemigo del PSOE se llama PSOE. Desde que los socialistas decidieron enarbolar la bandera de la ejemplaridad ética (tapando así todo el festival de mangoletas perpetradas bajo sus siglas) y la prescripción social, el partido de la rosa y el puño entró en una deriva que cristalizó este fin de semana en una noche de cuchillos cortos y pasos largos. Esa manía de querer ser siempre más modernos y más políticamente correctos que nadie ha convertido al PSOE en una factoría de contradicciones que han acabado saltando por los aire con el fulgor y despeñe de Pedro Sánchez. 
Que el único partido que mantiene en sus siglas la E de España sea, muchas veces, el principal valedor de los partidos que quieren acabar con la unidad territorial que proclama la Constitución es, quizás, la más llamativa, pero no la única incongruencia en la que ha acabado ahogándose el socialismo español. Por eso, ahora que todos parecen encomendarse a la labor costurera del remiendo para el roto provocado por la obstinación de unos y otros, viene bien recordar el viejo dicho de “Mujer ventanera, poco costurera”, que es algo que explica bien el desgarro interno de un partido que a nadie, salvo a los populismos de viejo cuño, interesa que acabe deshilachado. Y así, asomado al postureo permanente de las ocurrencias como el todos-y-todas-punto-com o de las elecciones primarias (que tan inolvidables resultados han propiciado al propio partido), el PSOE no se ha preocupado por ensamblar un discurso socialdemócrata unitario y ha jugado a deshojar múltiples margaritas: la republicana, la federalista, la nacionalista o la populista, pero siempre con el progresismo en el ojal, sin que nadie supiera explicar exactamente qué significaba eso.
La actual crisis, fruto de una larga serie de errores tácticos y estéticos en un partido con autoproclamada superioridad moral, debe resolverse desde la visión de Estado que el PSOE tenía, antes de que empezaran a desvariar con eso de que España era un concepto discutido y discutible, etcétera.


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