Faltando cinco días para las Elecciones Generales, la Mesa en Defensa del Ferrocarril de Almería celebra hoy una jornada de debate sobre el futuro de la Estación. Esta cita se produce apenas veinte días después de que los mismos organizadores intentasen escenificar un abrazo al viejo y hermoso edificio, reclamando así su restauración. Que en este último mes se haya producido el anuncio de ADIF destinando 250.000 euros para la fase inicial de su limpieza y restauración y que ya se hayan instalado los andamios para llevar a cabo esas obras no parece que vaya a tener demasiada cabida en el debate, que parece centrado en algo en lo que todos los almeriense vivos estamos de acuerdo: que las comunicaciones ferroviarias de Almería han sido y son una birria y que resulta impresentable la discriminación que llevamos padeciendo durante décadas. Es muy necesario que la “sociedad civil almeriense” demuestre su malestar y su indignación por este tema, pero cuanto más se proyecta y se apoya y se impulsa esta reivindicación, mayor dimensión cobra la indiferencia, el desprecio y el ninguneo que estos mismos concernidos demuestran hacia otros “asuntos igualmente lacerantes para Almería. Y lo cierto es que a estas alturas de dolencia ferroviaria, ningún miembro de esta Mesa ha explicado las razones de su apatía por el estado de las infraestructuras sanitarias o educativas de la provincia de Almería. Será que les parece admirable el apeadero asilvestrado bajo el que la Junta de Andalucía puso hace años una primera piedra de un olvidado hospital o el convoy de aulas prefabricadas en las que estudian los niños almerienses a los que luego les piden dibujitos sobre el tren. Tengo curiosidad por saber si dentro de otros veinte días seguirá habiendo nuevas jornadas reivindicativas sobre el tren, o si los organizadores, a los que tan insensata como injustamente se les atribuye una irresistible atracción por las confluencias electorales, esperarán a ver si sigue gobernando -o no- el PP.