La Voz de Almeria

Opinión

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Gran logro de la humanidad: la libertad de expresión. Aunque hay muchas naciones del mundo todavía que no la admiten, la conculcan  y hasta la atropellan como salvajes bosquimanos, en las tres cuartas parte del orbe ya no sabríamos vivir sin ella. 
No obstante el Día Mundial de la Libertad de Prensa nos sirve, anualmente, para  hacer el recuento de los periodistas que chocan en su ejercicio profesional con la intolerancia, el chantaje  y la muerte. El derecho a una  información independiente encuentra aún tiranos  que hacen de su capa un sayo en punto a libertades y no hay día que no traiga hasta  nosotros  una extorsión un secuestro, un degollamiento  por parte de algún fanático criminalizado. Según la organizaciónReporteros sin Fronteras, 63 periodistas murieron el año pasado. 
Es este un oficio tan digno de protección como de lástima. No hay nadie que se haga rico con esta profesión, como no sea prostituyéndose  al servicio de la mentira  o cayendo de rodillas ante los halagos hipócritas de los poderes fácticos.  En cambio cuántos sacrificios, cuántas tragedias hay que correr si   se quiere servir  honestamente  a los valores  de nuestra civilización. Ya sé que no todos los diarios defienden lo mismo. Cada cual tíene su  ideología  y  sus intereses. Pero por eso mismo amamos la libertad de prensa, . Al amparo  de la Constitución todos podemos convivir y  manifestar nuestras manera s de organizar esta vida..
Con enorme satisfacción y alegría hemos celebrado este fin de  semana  la vuelta al hogar de  tres “freelances” españoles, Antonio Pampliega, madrileño, colaborador de  El País ; Angel  Sastre,, premio Larra  y colaborador de Onda Cero: y José Manuel López, fotoperiodista. 
No necsito trazar su biografia pormenorizada. Basta recordar que los tres desaparecieron en Alepo, epicentro de la guerra en los últimos meses. Las crónicas dan cuenta estos días de aquel infierno creado por loshombres. Por fortuna  a los diez meses de ser capturados, los tres profesionales han sido liberados, pero no todos vuelven a sus casas de no poder pagar el alto precio que exigen sus captores.


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