La Voz de Almeria

Opinión

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¿ Qué se hizo de la crítica de arte? En mis tiempos de redactor no había periódico que no tuviera en plantilla a un crítico tasador, auscultador, árbitro de lo bueno y de lo malo. Existía gente que solo compraba aquello que aconsejara el gran gurú. Había como dos modos de ver un cuadro: desde la belleza formal ( estructura, textura, dibujo, colorido, ritmo, etc) y desde su significado digamos sociológico, producto de una cultura determinada.
En esta segunda vertiente el artista tenía  en la sociedad una misión creativa y orientadora. Había críticos que habían pasado por las escuelas de arte, ellos mismos eran pintores, diseñadores, etcétera. De ahí que se interesaran más por la forma que por el significado.
Aquí en Almería este problema adquirió tintes macabros. Los indalianos acusaron a los pintores de flores y de vasos de agua de gente sin sustancia, buscadores exclusivamente de la pasta y alejados de la realidad histórico social. Desde el otro lado, la cosa cambiaba no poco: un pintor ejercía de filosofo, de profesor de estética y de arbitro de la elegancia.
No voy a detenerme ahora    acerca de la pesada influencia  cultural que  ejerció en la sociedad almeriense de la posguerra la Tertulia Indaliana. Pues  bien. Todo esto parece haberse ido al carajo.  Hace pocos días estuvo visitando la capital de España el profesor alemán Benjamín H. D. Buchloh. Los periodistas le preguntaron acerca de dos temas muy estudiados por él, o sea: la función del pensamiento crítico y la actual dictadura del mercado . Les copio solo un par  de frases: 
“El mercado ha acabado con la crítica de arte”, “EL crítico ha sido desplazado a medida que la sociedad se ha hecho más letrada”, “Esto es positivo en cierto modo. Lo que no es tan bueno es que la decisión sobre cuándo un objeto es importante haya acabado en las manos  del mercado”.
No quedan aquí las sugerencias y matizaciones del autor de “Firmalism and Historícity” ( 2015). Sus ideas pueden iluminarnos sobradamente el páramo en que vivimos más de uno. Se trata de un gran intelectual que vivió, como dice él, en medio de estas dos suposiciones: “el formalismo de los que reducen todo a la estructura (arte ensimismado), o la escuela que defiende desarrollos sociales, ideológicos, económicos y políticos”


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