Simple cuestión de principios
Dado que el terrorismo tiene en su origen, incluso etimológico, la transmisión del miedo como herramienta de dominación, creo que todos debemos ser conscientes de que cada iniciativa, gesto o comportamiento que modifiquemos en función de las amenazas terroristas son, no lo duden, pequeñas grandes victorias de los asesinos. No sólo somos más que ellos, sino que además somos mucho mejores porque creemos en la libertad y la defendemos por encima de cualquier otra consideración. Por lo tanto, lo que nos toca ahora es, como ya escribió Benedetti, “defender la alegría como una trinchera”, manteniendo nuestro estilo de vida tal como siempre ha sido, sin temores, sin miedos y sin prejuicios. Siempre atentos, pero siempre constantes en la fortaleza de que nadie podrá cambiar jamás lo que somos y los queremos seguir siendo. Por lo tanto, hay que seguir llenando las terrazas, los bares, las salas de concierto y los estadios de futbol, porque nuestras ganas de vivir son más fuertes que su odio contra nosotros. Les animo por tanto a que formen células de resistencia social al terror y a que desafíen a los cafres del modo que más les duele: bebiendo vino, escuchando música y comiendo jamón, a ser posible del bueno. Cada sorbo, cada bocado y cada bocanada de libertad serán, no lo duden, golpes que de algún modo devolvemos a los lunáticos que han jurado acabar con nosotros por infieles. Por lo pronto, mañana tenemos la oportunidad de dar una nueva lección de convivencia y serenidad en la celebración del partido entre Real Madrid y Barcelona. Hacer de este foco de atención mundial una simple y a la vez intensa cita deportiva, será la mejor forma de lanzar un mensaje de rechazo y desprecio a los que pretenden imponer a sangre y fuego su islamismo criminal. Por todo ello estoy seguro de que mis muchos amigos culés entenderán que mis mejores deseos para el Clásico de mañana sean para Cristiano. Cuestión de principios.