“Sibwanismo” mirando a Sevilla
“No es la primera vez que los políticos socialistas almerienses no dudan en hacer el ridículo”
El día que el Partido Socialista busque almerienses a los que de verdad les duela Almería es posible que comiencen a mejorar su habitual secuencia de batacazos electorales. Pero lo cierto es que los socialistas se han caracterizado por elegir cuidadosamente para sus cargos representativos en la provincia de Almería a perfiles con una marcada vocación de correa transmisora del ordeno y mando sevillano antes que de otra cosa. A tal punto de obsequioso servilismo ha llegado el “Sibwanismo” de una amplísima mayoría de cargos y cargas socialistas en Almería (los mismos que se tiraron a defender el monumental despropósito de la Agrupación Radiotelevisiva del PSOE en la retransmisión de las campanadas de Nochevieja) que acabamos de ver que tras los recientes desprendimientos que ha sufrido la Alcazaba de Almería por el abandono y descuido de la Junta de Andalucía, lo mejor que han sabido decir es que criticar ese hecho es “confrontar”. ¿Confrontar con qué o con quién? ¿Con sus displicentes señoritos de Sevilla? Bueno, pues si eso es confrontar aquí sí que hay uno que confronta con esa miserable actitud. Y lo peor es que no es la primera vez que los políticos socialistas almerienses no dudan en hacer el ridículo para salvar la cara de sus jefes en Sevilla, quizás porque saben que al mismo tiempo están salvando el contacto de sus posaderas con el sillón oficial. Recuerden que hace unos meses la Delegada de Cultura de la Junta en Almería no dudó en calificar como “falsa humedad” las manchas de humedad que habían aparecido no muy lejos de donde ahora se han desprendido esos fragmentos de muralla. ¿Falsos desprendimientos, quizás? Me gustaría llamar la atención acerca de que el espíritu de casta prevalece, en el PSOE de Almería, sobre el sentir común del conjunto de la sociedad almeriense que identifica la Alcazaba como algo suyo y no como un mero apunte estadístico de la Consejería de Cultura. Lamento decirlo, pero esa actitud no es propia de servidores públicos, sino de colaboracionistas indignos.