Oportunismo, tácticas y trampas
“El Tribunal de Cuentas ya advirtió a la Junta de que sus contrataciones cantaban mucho en víspera electoral”
Ando, los últimos días, de regocijo en regocijo cada vez que veo a un sedicente progre en el umbral del soponcio por la irreverente idea (propiciada hace unos años por el PSOE y rescatada ahora por el PP) de que sea alcalde el candidato que más votos obtenga. “Se trata de una trampa”, dice por ejemplo la presidenta-heredera de la Junta, doña Susana Díaz, investida para su actual cargo después de un poco recatado festival de intrigas y farsas manufacturadas en su beneficio directo. “Eso es tacticismo político”, dicen otros pluscuamperfectos convencidos de que el empleo de semejante palabro les convierte en finos analistas. Pero sobre todo, muchos encrespados coinciden en señalar que la idea que ha puesto sobre el foco del debate el señor Rajoy es “oportunista”, como si tomar en cuenta las circunstancias de cada tiempo o lugar fuera necesariamente un delito. Pero como vivimos en un país de memoria frágil y teledirigida, conviene recordar un reciente ejemplo de iniciativas políticas que, quizás, consigan iluminar la perspectiva de cuantos hablan estos días de oportunismo. Aquí, en Andalucía, poco antes de la marcha/fuga del presidente Griñán, la Junta maniobró sigilosamente para colocar a 1.300 personas unidas por los entrañables lazos del parentesco, la militancia o la consanguinidad en ese inexplorada constelación paralela de empresas, observatorios, agencias, fundaciones y demás chiringuitos administrativos diseñados por el PSOE andaluz para estas cosas. El Tribunal de Cuentas ya advirtió en su día a los señores de la Junta que las contrataciones cantaban mucho y que, además, se estaban haciendo en plena crisis y en, -oh, casualidad- vísperas de las últimas elecciones autonómicas. Pero se lo pasaron por el forro. Lo digo para ilustrar el sesudo debate de los que ahora hablan de trampas, de oportunismo y de esa otra cosa que no quiero repetir porque me da apuro.