Aquellos que serena e imparcialmente hayan estudiado nuestra historia contemporánea sabrán que nunca hubo un personaje más combatido, difamado y calumniado que Manuel Azaña (1880-1940), Presidente de la República de l936 a l939, exiliado en Francia como tantos españoles ilustres. Conforme pasan los años, vamos conociendo la modernidad de sus ideas junto a sus esfuerzos por reconciliar a los españoles. Azaña es un glorioso antecedente de lo que le puede pasar a este grupo de profesores que acaban de alumbrar, bajo el nombre de Podemos , un gran éxito electoral con 1,2 millones de votos y cinco eurodiputados. ¿A qué se debe tan rabiosa persecución desde las élites? Se ha dicho que es un partido friki que no irá demasiado lejos porque las clases medias buscan la seguridad del bipartidismo. Se ha dicho que son clones de la verborrea bolivariana de Chávez. Han llegado incluso a compararlo con Hitler. Pablo Iglesias (el profesor, no el linotipista) aparece en una pintada como antiespañol perteneciente a ETA; los enemigos no dejan de buscarle argumentos que probar que pertenece también a la casta. ¡Esa foto en que aparece recibiendo una beca de manos del Príncipe! Ladran, luego cabalgamos, ha sido la repuesta cervantina del joven político. Lo que más llama la atención en Podemos es la frescura para diagnosticar el mal. Las élites no hubieran reaccionado tan pronto si no tuvieran conciencia de que pueden desbancarlas. De hecho el recién fundado partido crece y crece y amenaza en breve por convertirse en la segunda fuerza política. Pero hay problemas como ocurre en todo movimiento de nueva creación. Sus dirigentes aprecian un “golpe de Estado” en su interior. En realidad no tienen claro cómo deben organizarse cara al futuro. Las 25 personas propuestas para llevar adelante el proceso no son aceptadas por las bases, hambrientas de más democracia interna. Estas discusiones iniciáticas, propias de un partido en donde está todo por hacer, las aprovecha la casta para buscar contradicciones y así empobrecer el mensaje. Por fortuna, los jóvenes del desempleo crónico ya saben a qué atenerse.