Obituario español
“La conversión de la muerte en arte es un mérito inexplicable y una extravagante cualidad”
Después del Egipto de los faraones, solo España ha estado a la altura y superado al país del Nilo. La conversión de la muerte en arte es un mérito inexplicable, una extravagante cualidad engendrada desde los talentos tortuosos que tanto abundan en esta tierra, convencida desde su origen que la vida es un suspiro, pero la muerte es eterna.
Esta insistente preferencia hacia el óbito más que enigmas, produce situaciones verdaderamente ridículas y una propensión a calmar la conciencia culpable, de aquellos que te negaron el agua y el pan, y ahora te rinden honores. No sé con precisión cuantas de las insignes autoridades que asistieron a los funerales de Adolfo Suarez, lo traicionaron y conspiraron a su sombra para destituirlo y lo olvidaron por puro desprecio. Juraría que un buen puñados de rostros compungidos y solemnes, fingían y reían por dentro en el último homenaje a un hombre al que siempre detestaron. A Suarez la historia acelerada de la transición le dio la oportunidad de ser Ministro Secretario General del Movimiento a primer Presidente democrático a la muerte del dictador, en cuestión de meses, pero esa misma velocidad lo devoró y su carrera política terminó de forma prematura. Fue uno de los artífices de la transición, no el principal, quizá la transición la hicieron muchos, pero el pueblo tuvo que aceptarla, esto es lo importante. Llegaron tiempos nuevos y cambiaron las costumbres, conocimos las libertades y había entusiasmo y una coincidencia curiosa, todos estábamos contra Adolfo Suarez, la derecha, la izquierda, los demás particulares y hasta algunos de su propio partido. Creo que Adolfo Suarez no se le ha reconocido en vida lo que en justicia le correspondía, aunque según mis referencias tampoco le importaba demasiado, las exaltaciones laudatorias y la chatarra literaria de los discursos de pelotilleros y los platillos altisonantes de fanfarria pomposa del poder. Sencillo y frugal, con poca apetencia por las cosas materiales, se olvidó de sí mismo hace muchos años, devorado por el Alzheimer, la misma dolencia que nos afecta a todos, pues hemos olvidado que el propósito de este pueblo era tener una democracia sólida, que hiciera las cosas la mitad de bien que los últimos funerales que acaba de organizar.