Asesinos, medios y mensajes
“Ya apenas queda periodismo en las televisiones por culpa de estos formatos infames”
Del mismo modo que la historia de Occidente sería otra bien distinta si los Papas hubieran tenido suegra, los temarios y programas de estudio de las facultades y escuelas de periodismo sería otros si Marshal McLuhan hubiera conocido a la escritora Belén Esteban. Pero como ninguna de las dos cosas ha sido posible, ahí andan los teóricos dándole todavía vueltas a lo del medio y el mensaje, a ver si al final salen galgos o podencos. El caso es que anda revuelto el patio deontológico con los rumores sobre una pretendida y anulada presencia televisiva del asesino condenado por el famoso caso de las niñas de Alcasser, liberado estos días como consecuencia de ese meteorismo judicial europeo que está soltando el peor lastre de nuestras cárceles. Y claro, tengo que volver al profesor McLuhan para decir que lo que verdaderamente me sorprende de la idea de entrevistar a un canalla en la tele es que alguien piense que lo que se ve muchas tardes y noches por ahí es periodismo.
Que hayan sido precisamente los programas de casquería emocional y desagüe los que hayan corrido a trincar al perla para asegurarse la exclusiva, es lo que ha hecho saltar las alarmas e incendiado los debates. Y es que ya apenas queda periodismo en las televisiones por culpa de estos formatos infames que mezclan el espectáculo con la especulación y la incultura con las prótesis mamarias. El problema es el género. Ya no se hacen entrevistas en la tele porque es un formato poco vistoso para la fantasía animada que ahora se acostumbra.
Pero los mayores recordarán las magnificas entrevistas de Miguel Soler Serrano, como ahora han visto las de Jesús Quintero o Iñaki Gabilondo, por poner tres ejemplos muy dispares. Por eso digo que querer entrevistar a este criminal no supone un problema de ética, sino un sencillo problema de periodismo.