Escribir en los periódicos
Escribir en los periódicos
Nadie duda del poder de la prensa. Sea por temor al vocero impreso, sea por la escandalera. No grites tanto, dice sinuoso el contertulio con la mano puesta sobre la boca, vamos a salir en los periódicos. El ciudadano que ha sido víctima de una injusticia o de alguna irregularidad administrativa acude a quien escribe en los papeles para hacerse oír. Pero ahora empieza una lucha dialéctica entre la realidad omitida y la realidad publicada. Para empezar los periódicos son empresas capitalistas. Pensar que están ahí para perder dinero es una bobada. Una noticia no es tal si no interesa al director de la publicación o su sustituto. En el engranaje de la empresa- recuerden el rollo de papel dando vueltas sobre las ruedas de la máquina- el periodista (obrero es solo un instrumento que, si ustedes quieren, tiene la originalidad de pensar). Además, la materia aquí no son meros productos muertos sino noticias, o sea, valoraciones de la vida, sucesos que contradicen o apoyan un orden determinado. Es imposible, por tanto, que el periodista no proyecte por más objetivo que quiera ser, su matiz ideológico. De aquí arranca eso que llamamos diversidad de pareceres: una misma noticia es interpretada por varios periódicos de manera bien distinta. Lo que distingue a un comunicado es que sea de interés general. Vivimos en comunidad. Lo personal y privado no hace al caso. Sin embargo esa lucha solapada y dialéctica por convertir lo público en privado es el fin de los partidos políticos, sobre todo los de ideología conservadora. En realidad no es posible la objetividad, aunque hay que tender a ella con las armas que tengamos a nuestro alcance. A veces la ciudadanía pierde la esperanza de que sus problemas lleguen a la gente. Pensemos en el corrupto que se presenta de nuevo en las listas del partido y sale elegido de nuevo. La verdad democrática vive entre alambradas y perros pitbull, siempre termina por abrirse paso. La crisis, el mal estado de la profesión y los enemigos de toda claridad no podrán nunca con esos periodistas audaces que arraigan su vida por la libertad de expresión.