La Voz de Almeria

Opinión

¿Demasiadas obras en la ciudad? Que las protestas de los de siempre no paren el gran cambio

Carta del director

Obras de peatonalización en la Puerta de Purchena.

Obras de peatonalización en la Puerta de Purchena.Fran Silvente

Pedro Manuel de la Cruz

Creado:

Actualizado:

En:

Cuando el alcalde Santiago Martínez Cabrejas impulsó la decisión de que el hormigón y el asfalto llegaran a las calles de Cabo de Gata para que dejaran de ser la imagen de un poblado del oeste atormentado por la polvareda del levante y el poniente, no fueron pocos los que clamaron desde las páginas de los periódicos- este incluido- para que no se eliminara aquella estampa desértica y tercermundista. Sorprendente, pero así fue.

La devastación de la miseria siempre ha encontrado acomodo en un sector de almerienses, más sensible a la melancolía de la estética que a la exigencia de la ética. Pintores, fotógrafos y escritores siempre encontraron en las casas de la Chanca un escenario propicio. Lo malo de esta irresistible atracción por la derrota que encierra el paisaje de la miseria es que la mayoría de ellos no miraron más allá del color que decoraba los desconchones por la pobreza de las paredes. Hubo excepciones inmensas como las de Pérez Siquier o Falces, pero fueron la confirmación de la regla.

Afortunadamente aquella seducción irresistible por la estética de la miseria está en desbandada. Lo que no somos todavía capaces de desterrar es el endemismo que nos atenaza ante cualquier iniciativa que pretenda cambiar la estructura urbana de la capital o de sus principales municipios.

Los almerienses hemos desarrollado una alergia al cemento que siempre acaba en espanto cuando un responsable político (municipal, autonómico o nacional, da igual, aquí no hay colores), adopta la decisión de acometer una reforma en algunos de sus barrios. Una alergia irrazonable que ha jugado en contra de la modernización de los espacios públicos que comparten los ciudadanos. El miedo a las protestas, aunque sean minoritarias, ha paralizado durante años, a veces decenios, algunas de las decisiones que han llegado tarde y pueden acabar llegando también mal o, al menos, de forma insuficiente.

La capital almeriense ha entrado en el último año en un proceso de cambios de los que, quizá, todavía no somos capaces de alcanzar a valorar su impacto en el futuro de la ciudad. Las obras del Puerto- Ciudad, el acceso al puerto, la conexión de la A7 con la A92, la peatonalización de Paseo y el soterramiento son las caras de un poliedro que va a definir, no de forma absoluta, pero si en gran medida, el futuro de una capital que hace tiempo dejó de ser un poblachón para comenzar a ser una ciudad de verdad.

Una travesía que no solo se visualiza en la creación de nuevos barrios, la mejora, aún insuficiente, de los barrios tradicionales o la modernización de servicios, sino, también y a la par, en el cambio de mentalidad de los ciudadanos.

Frente a los ayatolás profesionales del “no hagas nada, que me opongo” que pregonaban el apocalipsis económico y el caos de tráfico, los ecos, esta vez y de momento, están más cerca del sosiego del silencio que del griterío airado de la queja. Veremos a ver qué pasa en las próximas semanas, en los próximos meses, cuando esas y otras obras públicas se intensifiquen, pero, de momento, el apocalipsis no ha llegado.

Las obras son siempre molestas, pero sus beneficios son inmensamente mayores. Las quejas de hoy serán las satisfacciones de mañana. Solo hace falta ser inteligentes.

Y, sobre todo, no olvidemos que, si algo ha demostrado la historia de esta provincia, es que, cualquier innovación o modernización en la trama urbana de cualquiera de los 103 municipios de la provincia siempre ha supuesto una mejora para sus habitantes. Y, cuando no ha sido así, fue porque la protesta o el miedo al ruido interesado que le acompaña impidió hacer lo que había que hacer o no hacerlo bien. Dejemos trabajar y luego, si el resultado no es acertado, llegará el tiempo de la crítica. Pero no pongamos el carro antes que los bueyes.

tracking