Una saga controvertida
Una saga controvertida
Me recomendaba un amigo ir a ver -el Caballero Oscuro-, la última entrega de la trilogía de Batman, recientemente estrenada en el cine, cuyo director, Chris Nolan, ha sido elogiado por el detalle con el que trata el trauma del protagonista, Bruce Wayne, testigo en su infancia del asesinato de sus padres, poniendo de manifiesto su promesa de venganza y su condición de solitario y excéntrico millonario.
Días más tarde, mientras buscaba la crítica de la película en internet, encontré la sobrecogedora noticia del tiroteo ocurrido el pasado jueves en un cine en Aurora, una localidad cerca de Denver, Colorado, en Estados Unidos, durante el estreno de la película. Un hombre vestido de negro, con una máscara de gas y con armadura de cuerpo entero, comenzó a disparar en la sala con cientos de personas. La personificación del archivillano Bane, una bestia humana y uno de los peores enemigos de Batman, provocó un gran revuelo en la sociedad estadounidense.
Los cuestionamientos sobre la relación entre la masacre y la posible inspiración en los personajes se hicieron inevitables. Y aunque James Holmes, presunto autor del tiroteo que acabó con la vida de 12 personas, “desconoce” las razones por las que ha sido detenido e incluso afirma “no acordarse de nada” de lo que ocurrió aquella noche, The Daily News publica que Holmes habría enviado un cuaderno con los pormenores de su plan a un psiquiatra de la Universidad de Colorado, donde estaba estudiando, que además contenía dibujos e ilustraciones al respecto.
Otras noticias controvertidas han acompañado el estreno mundial del final de esta trilogía que ha generado importantes críticas en el mundo anglosajón por el cargado mensaje político que parece encerrar.
Muchos de los comentarios insisten en que determinadas conductas no solo no parecen estar suficientemente perseguidas por la ley, sino que quienes cometen actos horrendos en demasiadas ocasiones pudieran parecer aprovecharse de los vacíos contenidos en ella, quedando sus acciones impunes.
En el artículo que Esteban Hernández publicaba este jueves en el confidencial.com, el autor insiste en que el verdadero problema reside en un sistema perverso que respalda con su inacción a los malvados y, en ese contexto, Batman es especialmente necesario porque las reglas de juego habituales resultan inservibles.
Opina Hernández que, en la historia, el héroe ha de hacer lo preciso para salvar a la ciudad y, para ese propósito, las normas, los procedimientos y las leyes no son más que trampas de las que los malvados saben sacar más partido que nadie, siendo ese también el fondo del conflicto moral que centraba la segunda entrega de la serie: en tanto respetando la ley no hay salvación posible para Gotham, todo héroe debe convertirse en un caballero oscuro si de verdad quiere conseguir su objetivo, dice.
La última película de Batman retrata a políticos ineficaces y un sistema legal decadente en la ficticia Ciudad Gótica, encarnación por excelencia de las disfunciones de la era moderna. El Batman torturado que aparece en la película es un héroe que se debate entre el bien y el mal, obligado a intervenir cuando el orden se quiebra.
Para Hernández, resulta llamativo lo subrayado por los medios anglosajones sobre la actitud hostil para con los mensajes provenientes de esa clase media crítica con el sistema financiero y que puede sentir simpatía por los indignados y por Ocuppy Wall Street.
Advierte el autor que la tensión de la película se articula sobre el descontento social, sobre el cual Bane apoya su revolución destructiva, y las invocaciones posteriores a devolver el poder al pueblo,