Criar fieras
Criar fieras
Es probable que haya por ahí algún manco profundamente arrepentido de haber creído que una pantera podría ser una elegante mascota. Y es que no se puede criar a un depredador como animal de compañía, más que nada porque los animales salvajes no entienden de piensos, ni de lacitos, ni de suaves rollos de papel higiénico. Y muerden, porque está en su naturaleza. Es una reflexión que ofrezco desinteresadamente a todos los incautos que creen que los movimientos y plataformas sociales que tanto alientan y protegen ahora les servirán para desalojar rápidamente del poder al PP y que una vez alcanzado ese objetivo la marea ciudadana se irá aquietando suavemente hacia el rompeolas de la calma. También pensaban hace años los banqueros y la vieja aristocracia alemana que los muchachos de las camisas pardas (a los que despreciaban por incultos, primarios y brutales) liderados un personajillo histriónico con un bigotito, les harían el trabajo sucio para la recuperación del poder y que, una vez alcanzado éste, podrían ser disueltos y desactivados. Otro error de cálculo de conocidas consecuencias. Las bestias son indomables por condición natural y del mismo modo que en ocasiones el sueño de la razón produce monstruos, la permisividad y la tolerancia con movimientos tan incontrolables como el atosigamiento y persecución domiciliaria puede acabar produciendo consecuencias irreparables. Hace unos días en un pueblo de Badajoz, un grupo de cafres quemó la puerta de la casa del alcalde del PP mientras él, su mujer y sus hijos, permanecían en su interior. ¿Cuál será el siguiente paso? ¿Cuál será el próximo colectivo objetivo de estas “protestas”? ¿Qué piensan hacer nuestras autoridades? Pues algunas puede que fueran a por gasolina, tal como podría deducirse de las declaraciones de la consejera de Fomento y Vivienda, de la Junta de Andalucía, doña Elena Cortés, de IU, que ha reconocido que, si no fuera consejera, “seguramente participaría en los escraches”. Allá quien quiera tenerlas sueltas, pero las fieras están mejor en la selva o, si no hay más remedio, enjauladas.