Apenas un año después de su puesta en marcha, el gobierno bipartito PSOE-IU en la Junta de Andalucía se ha revelado como un monumental fracaso ético, que no sólo ha aplastado la voluntad mayoritaria de los votantes andaluces, sino que ha laminado cualquier atisbo o esperanza de regeneración en un régimen político instalado en la corrupción institucional y el clientelismo más desvergonzado. Llenos de pesadumbre, los andaluces estamos asistiendo al deambular sin rumbo de una mera coalición de intereses que ha abdicado de cualquier principio moral para limitarse a atornillar su poder a la suma de necesidades y ambiciones partidistas de ambas formaciones. Desde la creación de su alianza, el gobierno bipartito andaluz ha renunciado a sus respectivos programas para enrocarse en el mantenimiento de los cargos y en el blindaje de sus privilegios. Impasible el ademán, ambas formaciones se han instalado en su propia burbuja para hacer oídos sordos a las necesidades acuciantes de una sociedad que, después de tres décadas de gobiernos de izquierda, sigue presentando perfiles e indicadores de empleo, educación, atención sanitaria y calidad de vida que la alejan de ese modelo de realidad virtual y propagandística que la Junta pretende hacer pasar por real. Todo este panorama se ha vuelto irrespirable desde que el caso de los ERE falso ha puesto sobre la cabeza de los altos cargos de la Junta la afilada espada de la evidencia judicial que determina que, bien por acción o por omisión, el señor Griñán está indisolublemente unido a la mayor trama de corrupción desde el poder de la historia de España. En este sentido, el señor Valderas es cómplice de una forma de gobernar que ya ha supuesto varios ingresos en prisión y que acumula por el momento cerca de sesenta imputaciones. No se trata, no se puede tratar, de una acción eventual de un grupo de cuatro desaprensivos, como tan desahogadamente ha pretendido defenderse el señor Griñán, sino de una red de delitos gestada minuciosamente al amparo de la convicción en una impunidad perpetua. Lamentablemente, la vergüenza de los ERE falsos no es más que una piedra, otra más, en el tortuoso camino del saqueo de Andalucía que los socialistas y sus socios comunistas llevan perpetrando desde hace ya demasiado tiempo. Lo que no se llevaban con los ERE se lo llevaban a través de la trama de Invercaria, que vendría a ser como la otra cara de la moneda del trilerismo financiero y expolio sistemático del dinero de todos los andaluces.