La Voz de Almeria

Opinión

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Hay días en que la calle, ese lugar público que representa la manifestación de todos nuestros problemas, estuviera lleno de fantasmas. No puedes gritar porque estás solo y quien pasa, que acaso sea también otro fantasma, te tome por un alienado demente. Tres mil huelgas a la semana son demasiado. Un cerebro común no puede procesar tanta información crítica y yo pienso que este gobierno lo sabe, por eso no se inmuta cuando ve salir fantasmas vociferantes por todos los sumideros adyacentes  a las grandes plazas públicas. Cuán gritan esos malditos, deberán decir allá para sus adentros mientras se toman en el bar de la esquina un tentenpié de media mañana. A medida que vamos teniendo menos derechos nos parecemos a los fantasmas. Yo no sé dónde puede acabar esto si es que acaba. No se han ido todavía los reyes y ya nos están adoctrinando para que cuidemos el alma para las fiestas de la agonía que se avecinan. Como ahora hay mucho tiempo libre y se nos aconseja hacer algo para entretener el paro, yo pienso que deberíamos iniciar un curso acelerado de cazafantasmas. Nunca se sabe lo que puede ocurrir con esta crisis. Lo malo es si retornan los fantasmas del pasado; si detienen a la gente por ser emigrante, o por ser homosexual, o por gritar sus derechos en la calle; la historia española habría dado otro vuelco y estaríamos de nuevo en el punto de partida. Volverán banderas victoriosas, al paso alegre de la paz, ay, mejor  no oír esas voces, Miremos el cielo  azul y las nubes blancas. Miremos hacia el futuro como dice Rajoy que pronto llegará si es que antes no se encarna en otro frenesí enajenado como dice por su parte la oposición. En cualquier caso no perdamos el sentido de la dirección. Todo menos el enfrentamiento por cosas fantasmagóricas.


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