Un proyecto de vida nuevo
Harto de leer resúmenes del año y de empaparme de augurios, cansado ya de escribir sobre los males de mi patria, me propongo volver sobre un proyecto de vida nuevo que en realidad es bien viejo. Vamos a ver si siendo positivos hacemos algo digno por la transformación del individuo en sociedad. Digamos que todo el mundo tiene buena intención y quiere que brille la virtud y el esplendor de la verdad. De amor por el dinero, ni una palabra más. De luchas clandestinas por el poder, menos. La crítica social por lo que se está viendo tampoco es que transforme así de sopetón a los hombres en modelos de altruismo. Demos ejemplo, sencillamente. Ya no basta pertenecer a un partido y decir que queremos trabajar por un ideal. Por lo que sabemos ningún partido es hoy modelo de nada: las mismas peleas internas, las mismas solapadas ambiciones para trepar hasta la nomenclatura, las mismas tentaciones hipócritas. Lejos de nosotros ese vivir roído por la inquina a la espera de que caiga el nombre o el grupo que se nos interpone. Lejos de esperar ese futuro ‘sine die’ que unos prometen y otros no creen posible. Quizá sea algo más creativo para la vida humana volver hacia los pocos sabios que en el mundo han sido, como dijo Fray Luis traduciendo al maestro Horacio. Nada en demasía, apresurarse lentamente. vivir ni envidiado ni envidioso, amar la naturaleza, amar la amistad compartiendo el vinillo sabio de la oculta bodega, incidir siempre en las bellas artes, viajar hacia los grandes sueños arquitectónicos de las diversas culturas. En definitiva, contentarse con lo que se tiene mientras los años nos avisan de la cercanía de la muerte. Morir en el anonimato