Griñán al borde de un ataque de nervios
Griñán al borde de un ataque de nervios
Griñán está nervioso. Podrá disfrazarlo del modo que él o sus órganos de propaganda estimen como más creíbles, pero el caso de los ERES falsos tiene al presidente de la Junta de Andalucía contra las cuerdas. Y se le nota. Sólo desde el pánico se entienden los dos últimos movimientos del gobierno andaluz de cara a este escándalo: de un lado, forzar a Izquierda Unida al bochorno de desdecirse de todas sus promesas electorales y apoyar el bloqueo socialista a la comisión de investigación sobre esta caso y, por otro, hacer comparecer públicamente a la consejera de Presidencia, Susana Díaz, para ponerse en ridículo acusando a la Guardia Civil de formar parte de una especie de conspiración universal contra la Junta de Andalucía. El miedo a que se sepa una verdad que, además de la Benemérita, también acredita ya la Cámara de Cuentas, está llevando a Griñán a cometer errores y a comportarse como un dirigente terminal que se sabe rodeado y sin escapatoria.
Griñán quiere ver fantasmas donde no hay más que evidencias de delitos cometidos con el propósito de favorecer a familiares, amigos y compañeros de la cúpula socialista. Todos los andaluces saben que Chaves y Griñán, cuando menos, consintieron que desde la Junta de Andalucía se empleara el dinero de los parados andaluces en arreglar la jubilación de personas escogidas a dedo por razones familiares o políticas. Y es que es mejor pensar que la Junta de Andalucía ha estado y está presidida por personas que no respetan la ley antes que pensar que nuestros presidentes son tan fácil y sorprendentemente engañados por su entorno de colaboradores más próximos. Y ese escándalo ni puede ni debe quedar impune, por mucho que el asustado presidente Griñán ordene a sus socios de IU el papelón de olvidarse de todas sus promesas electorales a cambio de un cargo o un despacho. Supongo que serán muchos los militantes y votantes de la coalición de izquierdas que sientan estos días el desencanto y la frustración de ver a sus líderes convertidos en cómplices de este indecente atraco a los andaluces, especialmente después de haberse pasado meses y meses exigiendo transparencia y honestidad.
Lo cierto es que la comisión de investigación de los ERES tiene a los socialistas y a sus socios comunistas de los nervios, porque podría revelar la gran mascarada de ambos ante la corrupción institucionalizada. El PSOE le teme como a un nublado porque todos los datos de la Justicia, la Cámara de Cuentas y la Guardia Civil coinciden en señalar que Griñán, Chaves y sus consejos de Gobierno eran plenamente conscientes de la trama de saqueo que se había diseñado, amparado e impulsado desde la propia Junta de Andalucía. Ante esta situación, Izquierda Unida ha optado por la salida más humillante: tragar con el pastelón a cambio de seguir colocando a los suyos. Pero que no olviden los militantes de Izquierda Unida que sus socios del PSOE tienen a un ex consejero y un ex director general en la cárcel y a numerosos cargos imputados o en expectativa de estarlo. Escasa defensa puede tener seguir ocultando esta realidad a los andaluces. Andalucía no merece que la primera comisión de investigación que el PSOE acepta, forzado y a regañadientes, en 17 años sea un paripé que no llegue al fondo del mayor de los escándalos de la historia de la España democrática y que, con la verdad por delante, no se depuren todas y cada una de las responsabilidades políticas. Por eso Griñán está al borde de un ataque de nervios. Y a determinadas edade