Gana quien genera más confianza
No sé si lo recordarán, pero el pasado domingo estábamos en esa tesitura puntual que las mentes más preclaras insisten en llamar “fiesta de la democracia”, para demostrar así su admirable capacidad de revolucionar conceptos. Y qué quieren que les diga: ha ganado el que más confianza ha sabido generar entre los almerienses. No le den más vueltas: o te fías o no te fías.
Esa es la palanca que mueve el voto y la que ha hecho al proyecto de Ramón Fernández-Pacheco claro ganador de un proceso electoral que se apuntaba competido e incierto. Y es que el discurso de la normalidad positiva llega más lejos que la previsible e ineficaz apelación de la oposición al retrato tenebrista de una Almería que, afortunadamente para todos, era más un marco al que acoplar un relato pesimista sobre nuestro futuro que una descripción objetiva sobre lo que somos y podemos ser.
¿Quiere decir eso que Almería es una ciudad perfecta que no tiene problemas? Naturalmente que los tiene. Pero la Almería que viene, que es fruto del buen trabajo hecho por los equipos de gobierno del PP que están gestionando -con sus luces y sus sombras- el Ayuntamiento de Almería desde 2003, es una ciudad en el umbral de un momento histórico, con problemas enquistados en su memoria colectiva en vías de solución. Pero la transformación más notable en todos estos años no es de las que se ven o se tocan, aunque es de las que marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso: la percepción que los almerienses tenemos de nuestro Ayuntamiento, que ha sabido salir de su zona de confort para liderar un proceso de transformación y avances como nunca ha conocido esta ciudad. El debate sobre el futuro de Almería ya no se traza sobre su dimensión, sino sobre su capacidad de generar más oportunidades. El sur de España y Europa tienen ya en Almería una referencia en cuanto a la calidad de vida que nos hace crecer cada año en número de residentes y de turistas. No se estarán haciendo tan mal las cosas.