El hombre que creyó en lo imposible
De los hombres que he tratado a lo largo de mi vida pocos me han impresionado tanto como Juan del Aguila. Alguien que representaba la esencia de la bonhomía, de la palabra, del bien hacer.
Él actuó siempre pensando primero en los demás, en lo que tendría que hacer para mejorar la vida de los almerienses y andaluces. Pocos han triunfado en conseguir lo que se proponían, y Juan del Aguila lo consiguió por su intuición, inteligencia y perseverancia.
Alguien que jamás se rendía, que fue ejemplo vivo de como se podía cambiar una provincia, cuya única ambición era crear riqueza para los otros. Un ejemplo que nos ayuda a comprender que para que los milagros existan hay que ponerles mucho tiempo y trabajo.
Los últimos años lo habían transformado en un Séneca vivo, alguien que decía lo justo y que siempre acertaba. Lo echaremos de menos y aun no sabemos cuánto.