En la actualidad el futuro del mundo depende de los fabricantes de móviles y de los traductores e intérpretes del discurso político oficial. De los primeros es innecesario que les diga algo, habida cuenta de que hoy día no somos nadie sin nuestro telefonillo y porque es bastante probable que muchos de ustedes estén leyendo estas líneas en la pantalla de su móvil. Es el signo de los tiempos. Hablaré pues de los segundos. Los creadores del lenguaje que manejan algunas administraciones explotan al máximo las capacidades de la jerga como elemento de transformación de la realidad,  y no son pocos los que acaban creyendo vivir en un mundo ficticio e irreal, trufado de palabros y ocurrencias en donde no importan las cosas como son, sino como se dicen. Ya saben que los niños ahora no suspenden, sino que tienen “éxitos aplazados”, igual que los que no se deben cabrear por eso no son los padres, sino “el progenitor A” y el “progenitor B”. Fíjense ahora en lo que ha pasado en las Islas Baleares, que de tener un único río en Ibiza pasará en unos días a tener nada menos que 90, ya que el Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica de las Islas Baleares que está ultimando el gobierno autónomo no contempla el concepto “torrente”, sino que habla de “ríos temporales”. Así que de la noche a la mañana el archipiélago balear ha pasado a ser poco menos que la selva amazónica. Les cuento esto porque dada la infinita capacidad de copiar para empeorar que tiene el ser humano, no es descartable que alguna cabeza pensante de la Junta de Andalucía quiera dar por terminado el problema hidrológico almeriense convirtiendo por decreto los resecos y lagartijeros cauces de las ramblas almerienses en “ríos temporales” desde el punto de vista administrativo. La de subvenciones que podrían pillarse para montar depuradoras temporales y centrales hidroeléctricas temporales. Y no sigo, porque veo que el tema tiene posibilidades.