La coletilla
Con el suicidio de Miguel Blesa todavía no podemos decir que esté totalmente finiquitado el drama personal de un exbanquero. A sus funerales fueron familiares gentes del pueblo y allegados, pero en cambio brillaron por su ausencia los amigos de juergas en los días alegres de vinos y de rosas. ¿Qué se hizo de Aznar, de Rodrigo Rato y demás amigos de la buena vida? Cabe preguntarse la razón tal alejamiento.
En busca de una semanita de descanso Blesa sale al campo de madrugada con su rifle personal al hombro y en menos que canta un gallo resulta un cadáver problemático. Tiene 70 años. Está arruinado. Ha fracasado como banquero. Pende sobre su cabeza la pena de seis años de prisión por apropiación indebida de 12 años por las tarjetas black. A pesar de todo el ánimo de Miguel parece optimista. La verdadera razón o razones del tiro en el pecho nunca la sabremos. ¡Se han dicho tantas cosas en este fin de semana! Cuando todo el mundo pensaba que se enfrentaría a la cárcel y los sinsabores de sus deudas, lo tenía casi todo embargado, el otrora inspector de Hacienda coge una trocha desviada y se pega un tiro en el pecho, o sea en el corazón. Alguien sugiere además una doble explicación. La bala al corazón también pudo ser de otro y no del propio Blesa. Hasta el momento lo que triunfa es la versión sostenida por los médicos.¿Fue entonces el acoso popular la fuerza ciega que lleva a Miguel a mover el gatillo del rifle? Nunca lo sabremos.
Hoy interesa más saber por qué sus amigos de jaranas no asisten al funeral. Les interesa más olvidar tiempos pasados de grandes cacerías, gruesos sobresueldos y viajes de lujo oriental. Los responsables de la corrupción española no tienen precisamente un alma nipona. Como acaba de escribir Almudena Grandes, “ la cotidiana tragedia de los suicidas japoneses, que escogen la muete a la vida sin honor y al procurársela a sí mismos, se aseguran una memoria honorable”. Ya me gustaría saber qué hombres del dinero estarían dispuestos a saltarse a la torera este ejercicio socrático de beber la cicuta para ejemplo de la comunidad.