La Voz de Almeria

Obituarios

Homenaje a mi hermano

Diego Fernández Muley

Diego Fernández Muley.

Diego Fernández Muley.

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Hay una fecha Diego, que marcó mi corazón, donde habitan los recuerdos, el día de tu triste adiós. Recuerdo que nunca muere y que en mayo el 17, como cometa en el cielo, abre estela incadescente. Se cuela también la luna, la misma que acompañó, tu corazón en el viaje, que el destino escribió.

Otro año si tu magia, sin semblanza y poderío, sin tu energia arrolladora, es un paisaje sombrío.

Y volver a caminar, tatuato en mi interior, pues es tanto lo perdido, que tocó mi corazón. Las esquinas del dolor, en caminos de esta vida, me siguen acompañando, es dolor, que no se olvida.

Cruzaría mil cielos y mil planetas, por poder volver atrás, atravesar las galaxias como fugaz huracán, ser polvo de estrellas en el firmamento... Y poderte visitar, poder abrazarte hermano, aunque sea de pensamiento, en este homenaje ruego, que tu alma esté en sosiego. Desde tu marcha estoy triste, en la nostalgia tropiezo, remando en el destino, perdida, a cara de perro.

Eras mi luz de noche, mi luz de día, con esa grandeza que desprendías, sumando en la vida, con tu sonrisa. Aunque tengo mis vivencias, sin tu duende, descalzas, como huellas en la arena, cada día de puntillas en mi bagaje se cuelan, como una brisa suave, inundando los rincones con talento y sutileza.

Recuerdos que año tras año gimen, en mi alma ensombrecida. Recuerdos que nunca mueren, alivian grietas y heridas, de tu falta en esta vida.

Dueños de mi mente, intrépidos vuelan, sin pedir permiso cada primavera.

Aprendes a convivir, esos recuerdos refuerzan, viajan en mi mochila acompañan mis vivencias.

Tu aura envuelve mi mundo, la vida sigue corriendo, silenciosa impaciencia, hace pesada tu ausencia. Sabía que no sería fácil y sigue siendo muy duro. Vacíos irremplazables, de un ser tan especial, que podrá sanar mi herida, en otra vida quizás.

Que efímera es la vida, tan dura que parece, en un instante fugaz, se torna y desaparece. Y en el cielo en una esquina, desde arriba nos observas y alumbras con tu semblante, con elegancia y nobleza.

Ojalá estuvieras aquí.

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