La Voz de Almeria

Obituarios

José Ramón Galera

Se ha ido ‘El Rubio’ de Garrucha que guardaba el Belén

Manuel León

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Muy pocos lo conocían por su nombre, José Ramón Galera. Para todos era el Rubio, con sus pantalones vaqueros, su aire de veterano actor de películas del Oeste, su aspecto de Richard Widmark a punto de desenfundar. El Rubio ha sido siempre uno de esos personajes perennes por las calles de Garrucha, por cualquier esquina podía aparecer, antes de que hiciera mella en él la cruel enfermedad. Formaba parte del paisaje de este pueblo de marineros, como los bancos del Pósito, como las redes del Muelle. Se ha ido el Rubio tras 65 años de vida sencilla de caminante, tras nacer en torno a 1950 en una villa que aún padecía la miseria, el vértigo de la Postguerra, aunque ya empezaran a barruntarse las ganar de sacudirse los años del racionamiento, de la venta de colañas de casas abandonadas por emigrantes forzosos. El Rubio creció en ese ámbito, trabajando de albañil, como vigilante de obras, como aparcacoches y en todo aquello que le pudiera servir para ganar algunas pesetillas. Estaba avecindado en las 50 viviendas, en la parte alta del municipio. Le gustaba frecuentar el Estanco de la Viuda, cuando estaba Pedro el de la Leocadia, el bar de Pedro Cortés en la Calle Mayor y merodeaba también el Puerto a la hora del pescado como un eterno caminante por las calles de Garrucha. Nació, por tanto, rubio como la cerveza, como decía la copla de Concha Piquer, y con los años se le fue blanqueando de nieve el cabello y los ojos azules se le fueron gastando de tantos soles soportados, a pesar de la gorra que solía coronar su cabeza escandinava, a pesar de que se protegía haciendo visera con la palma de la mano. Era crítico el Rubio, hablaba y hablaba de que las cosas en el pueblo podían hacerse mejor. Será recordado también como el guardián del Belén Municipal que montaba Félix Clemente junto a la antigua confitería de Ceferino Paredes y la vieja tienda de tejidos de Andrés Garrido. Allí se le podía ver de noche y de madrugada refugiándose del frío en la ambulancia de la Cruz Roja. Alguna borrega por la mañana amanecía descarriada o los camellos encima del Castillo de Herodes, producto de las travesuras de algunos gamberrillos. Pero el Rubio siempre trataba de cumplir y era un tipo servicial con los vecinos. En junio de 2012 protagonizó la boda del año en Garrucha al casarse con Juanica, su novia de toda la vida, tras 38 años de noviazgo. Más de 600 personas acudieron a una ceremonia entrañable que alegró el corazón de este noble garruchero.

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