Ya va a hacer un año desde que partiste al lugar donde todos tenemos que ir irremediablemente, pero al que ninguno quiere ir tan pronto. Por aquí las cosas siguen como siempre, la rutina del día a día, pero son ti, que es lo que mas cuesta asimilar. Aunque ya hace un año desde que nos dejaste para ir a aquél lugar donde no hay preocupaciones, ni enfermedades... No hay día que no te tengamos en nuestro pensamiento, y aunque entendamos que ya era hora de descansar, pues lo necesitabas, egoístamente hubiéramos querido tenerte con nosotros más tiempo. Mamá tiene sus días, porque la verdad es que tiene que ser duro acostarse por la noche en la cama y ver que no estás ya allí. Porque por el día ya sabes cómo es ella, y no para ni un momento, pero por la noche ni tiene quién la despierte a las una o dos de la madrugada diciendo: “¡Lolica que tienes la televisión encendida!”. Y ella de repente contestaba: “¡Si no estoy dormida, si estoy viendo la película!” (y lo que ya había eran anuncios del tele tienda...). Menos mal que tiene cerquita a la niña y el cariño que no le doy yo (porque sabes que yo soy así) se lo da ella por los dos. Quieras que no, la abuela Lola le da mucha compaña, y el otro día por fin Belén consiguió que se pusiera una bata de color violeta oscura (porque siempre iba con la bata negra y dice que iba ‘a gustico’, pero yo creo que es que le daba cosa ponerse la bata de color por respeto a ti, porque siempre estaba diciendo que tenia mucho frío con la negra). La abuela Trini siempre está igual, pasen los años que pasen la ves igual (espero que la estés vigilando desde allí arriba), con sus piernas inflamadas y sus gotillas en los ojos... Qué se va a hacer, son cosas de la edad, pero está bien atendida (el tito Juan está muy pendiente de ella). La tía Inma va también a verla constantemente y la llama a diario, y yo voy cada vez que puedo, y la llamo todas las noches, como tu hacías, para hablar un ratico con ella (y cuando le digo: “¡Bueno, abuela hasta mañana..!”, me dice: “!No cuelgues, Emilico, habla un ratico mas conmigo!”. De vez en cuando llamo a tu amigo Enrique, y hablo un ratico con él, pero no es más que nombrarte y el pobre se pega unas panzás de llorar que se me pone el cuerpo malo. Es impresionante en tan poco tiempo el cariño que te cogió, pero se ve que es algo verdadero. Te tiene enmarcado hasta en su casa, la carta que te escribí el año pasado la ha enmarcado y la ha colgado en su salón junto a su tele, y de vez en cuando la lee y se pega una panzá de llorar. Y yo aquí estoy con Belén y con Emi, pasando la vida como se puede, todavía sin trabajo pero con salud, que es lo mas importante (ya vendrán tiempos mejores). Como tengo ahora todo el tiempo del mundo, tengo el cortijo como tú querias tenerlo, cuidaico, todo podao, riego a manta cada vez que lleva agua el cauce, paso el tractor, y el parque, aunque parezca mentira, esta ordenado. He comprado unas gallinas que nos ponen todos los días siete huevos. Cómo te hubiera gusado comerte unas papas fritas con un par de huevos de nuestras gallinas del campo, y le dirías a mamÁ: “¡Échame bastante aceitito, Lola!”. Y ella te hubiera respondido: “¡Si quieres te traigo la garrafa!”. Porque no tenías fin, comías por tres y yo siempre te decía: “Vas a reventar”, pero la verdad es que nunca te pusiste malo Me he comprado una piragua de pesca y es una pasada, seguro que te hubiera gustado haber venido a echar un ratico pero eso si, habiéndote tomado una caja de biodramina para el mareo, je je je... Bueno, no quiero hacerme mas pesao porque seguro que estarás liado con tu pesquera, y te están picando y no te enteras, así que sigue con lo que más te relajaba... Quién sabe si esto lo leerás allá donde estés, nada se sabe, así que te lo escribo por si acaso te dejan echarle un vistacillo al periódico. Así que, por si acaso, ahí la llevas, espero te guste, pichoncico. No te preocues que sea donde sea, algún día iremos en busca tuya.