En torno a Don Juan Carlos

Los enemigos de la Monarquía aprovechan la conducta poco ejemplar del rey emérito

Antonio Casado
07:00 • 07 sept. 2021

Si el entonces rey Juan Carlos no hubiera dispuesto la apertura de las puertas del régimen franquista desde dentro la recuperación de las libertades en 1978 no hubiera sido posible o, al menos, no hubiera sido posible de forma tan apacible después de cuarenta años ininterrumpidos de dictadura.



Los declarados enemigos de la Monarquía, muchos de ellos políticamente matriculados en el nacionalismo periférico, aprovechan la conducta poco ejemplar del llamado rey emérito, cuya última piedra de escándalo es el contenido de la comisión rogatoria de la Fiscalía antes las autoridades judiciales de Suiza, para arremeter contra la institución personalizada hoy por Felipe VI. Y es el caso que, entre otras cosas, minimizan el papel del rey en el advenimiento de la democracia con el argumento de que el protagonista de aquella operación fue el pueblo.



El argumento es un tanto aventurado si nos atenemos a lo que pasó el 23-F, cuando las libertades volvieron a estar en peligro. Pasó que el buen pueblo español se autoconfinó en sus domicilios a la espera del desenlace del golpe. Tal vez si hubieran estado allí tan preclaros conductores de multitudes, indetectables guardianes de la democracia, como Iglesias Turrión, Gabriel Rufián, Carles Puigdemont o Pablo Echenique, no hubiéramos necesitado a un rey para volver a la normalidad democrática atracada de aquella manera por Tejero, Milans y compañía.



Recuerdo lo que suele decir el último presidente de la Alemania oriental, Lothar de Maizière, respecto a las dificultades de los alemanes del Este para vivir en libertad. Les condiciona el molde comunista en el que vivieron durante medio siglo como a los españoles de 1981 les condicionaba el molde franquista en el que se desempeñaron durante cuarenta años. Habían perdido la costumbre de reclamar sus derechos civiles.



En nuestro caso la reclamación de las libertades confiscadas por Franco fue una meritoria labor de los exiliados y, llegado el caso, la apuesta democrática de don Juan Carlos, similar a la apuesta democrática de Gorbachov en la ya fenecida Unión Soviética. El pueblo español, como el pueblo ruso, se había acostumbrado a una modorra inercial que finalmente necesito que el Rey, con la valiosa colaboración de otros personajes tan franquista como él, decidiera abrir por dentro las puertas del régimen para que entrase el aire fresco de las libertades secuestradas desde 1940.



Las voces contrarias a la Monarquía constitucional nacida del pacto del 78 se han redoblado por cuenta de la reprochable conducta personal del ahora llamado rey emérito, pero la aportación del personaje a la normalización democrática de España, tras cuarenta años de dictadura, es ya una página imborrable de la historia.





Temas relacionados

para ti

en destaque