Crónicas del ayer: los 15 muertos del edificio Azorín

El 15 de septiembre de 1970 se derrumbó un edificio de diez plantas en construcción

El edificio, en construcción, se vino abajo.
El edificio, en construcción, se vino abajo. Archivo La Voz
José Ángel Pérez
12:41 • 12 ene. 2023

El 15 de septiembre de 1970 se derrumbó un edificio de diez plantas en construcción situado en la calle Hermanos Pinzón en cuyo siniestro quince personas perdieran la vida sepultadas entre los escombros y otras seis resultaron heridas de diferentes pronósticos algunas de ellas con graves secuelas. Almería vivió esos días la mayor demostración de dolor y rabia nunca visto con escenas espeluznantes durante las operaciones de rescate de los heridos y cadáveres.



Fueron varios días de luto viviendo de cerca la tragedia. El arquitecto de la obra Fernando Casinello fue procesado e ingresado en prisión. Algunos de los supervivientes de la tragedia quedaron con importantes e irreversibles lesiones.



El 15 de septiembre de 1970 una treintena de albañiles, carpinteros y fontaneros desde primeras horas de la mañana realizaban sus distintos trabajos por toda la estructura del “Azorín”.



Pasadas las dos de la tarde, los vecinos del Polígono Azcona ,ubicación del edificio, quedaron sobresaltados por un fuerte estruendo que hizo temblar los edificios y romperse las cristaleras de numerosas viviendas. De inmediato la noticia se propagó como la pólvora por la ciudad. Horas más tarde desde las emisoras de radio locales se aportaban los primeros datos que se iban conociendo de la tragedia. Por la noche ya lo sabía toda España.



Un edificio de diez plantas, ubicado en la calle Azorín que se hallaba en construcción, ya cubierto aguas y con capacidad para 72 viviendas se había derrumbado. El edificio se desplomó verticalmente, quedando todo reducido a varias toneladas de hierros, escombros y cascotes.



La empresa constructora 'Conservas Morato', bajo la dirección del arquitecto Fernando Cassinello y el aparejador José Maria Gómez, ya tenía muy avanzada la obra y su estructura había finalizado quedando solo la fase de enlucimiento y los interiores del edificio.



En medio de un autentico caos, los transeúntes y vecinos de la zona fueron los primeros en intentar auxiliar a los obreros atrapados bajo el alud de cemento.



En poco media hora se arremolinaban junto al gigante de piedra destruido el gobernador civil, Juan Mena de la Cruz y el alcalde Francisco Gómez Angulo los primeros en acudir al lugar de la tragedia.


Policía Municipal, Bomberos, Policía Nacional, Guardia Civil e, incluso, soldados del campamento de Viator fueron movilizados para colaborar en el salvamento de los heridos y rescate de los cadáveres a las órdenes del juez de guardia Salvador Domínguez Martín. Las labores de desescombro se prolongaron durante más de cuarenta y ocho horas. A uno de los trabajadores hubo de practicársele una arriesgada operación quirúrgica para poder salvarle la vida.


La compañía Sevillana instaló unos potentes focos construyéndose una pequeña galería para acceder hasta los cimientos de los sótanos del edificio derrumbado penetrando por un hueco de unos cincuenta centímetros de diámetro. El encargado de intervención quirúrgica fue Raimundo Castro quien en una precaria situación tuvo que intervenir para liberar a uno de los albañiles atrapado por dos vigas que aprisionaban la rodilla.


Mientras tanto Almería era un hervidero. El pueblo se echó a la calle. Las labores de búsqueda de cadáveres fueron continuas. Cada día iban apareciendo restos de cuerpos machacados por los muros de hormigón entre los escombros.


Hasta Almería se desplazó el ministro de Trabajo, Licinio de la Fuente y numerosas personalidades. Desde todos los rincones del país llegaron telegramas de pésame y muestras de condolencia por la catástrofe entre ellos del Príncipe de España, el futuro Rey Juan Carlos.


Desde el martes 16 de septiembre hasta el 20 en que se celebraron los funerales por las víctimas, Almería no durmió en esas fechas. El obispo Manuel Casares Hervás ofició un solemne funeral por el alma de los trabajadores fallecidos celebrado en la iglesia de la Virgen del Mar y al que asistieron más de quince mil personas


Este triste episodio de la Almería “negra” pervive fresco en el recuerdo de numerosos familiares y amigos de las quince personas que perdieron la vida victimas de la codicia e irresponsabilidad de unas personas movidas exclusivamente por el lucro de los negocios.


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