Vera

Un borracho agrede a una enfermera en el ambulatorio de Vera y lo sigue curando

La sanitaria le preguntó qué tal se encontraba y él le contestó con un puñetazo en el ojo

Patricia Andrés Ferrer lleva nueve meses como enfermera en Vera.
Patricia Andrés Ferrer lleva nueve meses como enfermera en Vera.
Manuel León
22:20 • 22 feb. 2022

La enfermera Patricia Andrés nació en Salamanca hace 29 años pero su espíritu está en un monte de Galilea de hace 2.000 años, cuando un barbudo con aire de John Lennon dijo aquello de “al que te hiera en la mejilla, preséntale la otra”.



Eran las dos y media de la tarde del pasado viernes en el Centro de Salud de Vera, cuando Patri, como la conocen sus compañeros, había terminado de pasar la consulta de curas, había atendido los controles de tensión, había comprobado niveles de insulina, había cauterizado alguna herida. 



Antes de irse de fin de semana decidió pasar por el servicio de Urgencias por si había que echar una mano. Se encontró con un gran revuelo en la sala de espera entre los familiares de un paciente de mediana de edad que acababa de ingresar en muy mal estado. “Venía inconsciente, le estaban poniendo una vía y monitorizándole, comprobé que estaba hipotenso y con falta de oxígeno y le purgué un suero a chorro porque veía que se iba y recobró un poco la consciencia”, recuerda Patricia.



Y añade más detalles al relato: “la médica aún no había llegado e intentamos hacerle preguntas pero no hablaba y sospechábamos de un episodio de ictus. Hasta que llegó la doctora y le preguntó que si había bebido y contestó que entre cinco y veinte copas, estaba muy agitado por los efectos del alcohol y la médica decidió su traslado al Hospital de Huércal-Overa para que le hicieran más análisis y pruebas complementarias por si había habido algún daño”. Patricia se ofreció a acompañar al paciente embriagado en la ambulancia, “no me tocaba a mí, pero es que el compañero que tenía que ir con el paciente tenía que recoger a sus hijos que salían del colegio”, explica. Ya en la ambulancia, Patricia a su lado le preguntó con una sonrisa que qué tal se encontraba y el enfermo tumbado en la camilla le contestó propinándole un golpetazo brutal entre el ojo y la sien con la fuerza de un Conan el Bárbaro que la desplazó hacia atrás y la dejó mareada. Un compañero la ayudó a bajar, pero Urtain se había arrancado también los latiguillos del monitor y los sueros y seguía intentando dar mandobles a diestro y siniestro insultando al guardia jurado que acudió a socorrer.



A pesar de todo, con una bolsa de hielo en la cara, Patricia decidió que no había escarmentado del todo y se acordó del Evangelio de San Lucas y volvió a la sala de Urgencias a reponerle el suero a su agresor mostrándole la otra mejilla.



Lo volvieron a reanimar y lo volvieron a montar en la ambulancia bien atado, aunque esta vez no fue Patricia como lazarillo sino otro compañero. 



Patricia puso una denuncia, pero el paciente, tras ser dado de alta y ser retenido unas horas, fue puesto en libertad. “Es la primera vez que me agreden en ocho años de profesión, pero me gusta Vera y aquí me quiero quedar, aunque soy eventual”, dice Patricia, la fiel seguidora de aquel Jesús de Galilea que revolucionó el mundo conocido hasta entonces.




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