“Tráete a los niños de Gaza”: así se vive en Almería el horror del conflicto

Testimonio de Eman Mhanna, en contacto con su familia en Palestina y pendiente del móvil

Eman Mahnna, fotografiada esta tarde en su casa de El Zapillo.
Eman Mahnna, fotografiada esta tarde en su casa de El Zapillo.
Simón Ruiz
20:24 • 17 oct. 2023 / actualizado a las 20:27 • 17 oct. 2023

“Soy Eman Mhanna y nací en Gaza hace 29 años. Si con 6 años me hubiesen pedido hablar de Palestina, estoy segura de que en mi respuesta no habrían faltado dos nombres, el de Muhammad Al-Durra y el de Iman Hejju. Muhammad Al-Durra es un niño de 12 años, asesinado por Israel el 30 de septiembre del 2000. En mi mente, sigue grabada la imagen de ese padre intentando proteger a su hijo detrás de su único cobijo, un cilindro de hormigón en la calle. En cuanto a Iman Hejju, esta bebé de cuatro meses fue asesinada a sangre fría el 7 de mayo de 2001 en brazos de su madre”.




Este es parte del texto que leyó al mediodía de este martes Mhamna, contratada predoctoral del Departamento de Filología de la Universidad de Almería (UAL) y residente en la capital desde hace más de dos décadas.



La lectura del manifiesto, cuando ha pasado más de una semana del recrudecimiento del conflicto en Oriente Próximo, sirvió para clausurar una jornada de solidaridad con el pueblo palestino promovida por la Asociación de Estudiantes AEIMSA junto con Eman Mhanna y Margarita Asensio, del Departamento de Educación de la UAL. Una búsqueda en Google apunta que entre Almería y Gaza hay más de 3.000 kilómetros de distancia.



En pleno Campus de La Cañada, muy cerca de la Cafetería Central, se guardó un minuto de silencio “por los niños y niñas de Gaza y de repudio enérgico y absoluto por la virulencia de los ataques y el corte de suministros básicos a la que está sometiendo la población civil de Gaza, especialmente a los menores”.

Varias decenas de personas secundaron la jornada solidaria, acompañada de fotos de decenas de víctimas del pueblo palestino, flores y artículos infantiles como ositos de peluche y zapatos de bebé.



Los convocantes aseguraron que “los niños y niñas de Gaza son las víctimas más vulnerables e inocentes de esta exacerbada violencia, donde no se está respetando el derecho internacional del menor: derecho a la vida, derecho a la salud, derecho a la protección, derecho a la educación, derecho a una identidad y derecho al juego, entre otros”.



“En las próximas horas – enfatizaron las organizadoras – morirán en Gaza pequeños a los que ni siquiera les queda familia que los llore”.



El acto en la UAL concluyó con la lectura de ese manifiesto donde Eman Mhanna relató su experiencia de contactar, en estos difíciles momentos, con su familia en Gaza y el intercambio de mensajes a través de redes sociales internas con su familia.




“Desde que empezó la última masacre en Gaza, el pasado sábado, estoy pensando que llevo años clavando la mirada en esos informativos de Al-Jazeera, escuchando y leyendo con atención todo lo que trasladan, cambiando de canal para no perdernos ni un dato, contrastando con la información que brinda la red y, sobre todo, atenta al grupo de whatsapp de la familia.


Tita, tráete a los niños y ven a nuestra casa, que tu zona está amenazada”, dice Rawan.


Ninguna zona es segura en Gaza, Rawan”, le contesta mi tía Amal.


Son dos mensajes leídos en los últimos días en ese grupo, donde “lo peor es el silencio”, según contó esta docente de la Universidad de Almería.


Citó también otros testimonios, llegados desde Ankara, capital de Turquía. “La primera que escribe cada mañana es Farah, que lleva dos años allí cursando sus estudios de grado en Ingeniería Informática, para ver si su padre, su madre y hermanitas siguen a salvo”.


¿Os podéis imaginar cómo lee Farah los silencios en este grupo de whatsapp? ¿Imagináis cómo las escucha las llamadas no contestadas?”


A Eman Mhanna le preocupa su abuela, pero también “me preocupan mis tías y tíos, me preocupan mis primas y primos, me preocupan mis amigas, pero sobre todo me preocupa Gaza, todos los niños y niñas de Gaza, todas las personas que viven y que quieren seguir viviendo en Gaza, porque si hay algo que aman los habitantes de Gaza es la vida, a pesar de que saben que si la pierden es porque la están entregando por su causa, porque están resistiendo”.


Recordaba también esta gazatí de nacimiento, que con pocos años se asentó en una vivienda en la calle Quesada del barrio de El Zapillo, las “barbaridades que se cometieron durante la conocida como Segunda Intifada”, “acontecimiento que seguían mis padres a través de lo que nos transmitía la cadena Al-Jazeera en esa pantalla de televisión de nuestro pequeño salón”.


“Resuena, a día de hoy, en mis oídos, la letra de la canción de la artista libanesa Fairouz, que acompañaba muchas veces a los informativos: El niño, en la cueva, y su madre María, dos rostros deshechos en lágrimas, por los que tuvieron que huir, por los niños que se quedaron sin hogar”.


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