Almerimar suma un nuevo proyecto gastronómico con identidad propia. Marabunda acaba de abrir sus puertas con una propuesta clara y sin artificios: cocina de producto, el fuego como protagonista y una experiencia pensada para disfrutar. Detrás del restaurante está Carlos Román, también propietario de la cafetería Marietta, junto a un equipo con años de experiencia en hostelería y una idea muy clara de lo que querían ofrecer.

Este proyecto gastronómico nace del deseo de crear el restaurante en el que ellos mismos querrían sentarse a comer, un espacio diferente para la geografía del Poniente Almeriense, donde la calidad del producto, el ambiente y el trato al cliente caminan de la mano.

Marabunda, un nombre que define el restaurante

El nombre Marabunda no es casual. Remite a movimiento, energía y vida. Un concepto que se traslada tanto a la cocina como a la sala, donde el fuego, el producto, el vino y el ambiente generan una atmósfera intensa pero cuidada. Un local vivo, en constante evolución, con carácter y un punto canalla sin perder elegancia.

Cocina de producto con el fuego como hilo conductor

La técnica está al servicio del disfrute, sin complicaciones innecesarias. Los platos parten de la tradición, pero miran al presente, apostando por sabores reconocibles y una ejecución precisa. El fuego aporta verdad a la cocina: aromas, texturas y una intensidad que realza el producto sin disfrazarlo. Además, suma una dimensión sensorial que conecta con una cocina más primitiva y emocional, la del calor y la reunión alrededor de la mesa.

Platos imprescindibles para una primera visita

La carta se construye desde la selección del producto. El negocio trabaja con producto local siempre que es posible, sin renunciar a referencias nacionales cuidadosamente elegidas. La frescura, el origen y la regularidad mandan, con una filosofía clara: mejor pocas cosas bien hechas que una carta interminable.

Para quienes se acercan por primera vez, hay platos que definen a la perfección la identidad del restaurante. Los tartares de atún y de carne, la ensaladilla, algún plato pasado por el fuego y bocados más informales como el bikini o el pepito son una excelente forma de entender la cocina de Marabunda: directa, sabrosa y pensada para compartir.

Una bodega pensada para disfrutar

El vino tiene un papel protagonista. Su bodega apuesta por vinos con personalidad, fáciles de beber pero con profundidad, con especial atención al vino nacional y a referencias menos obvias. También hay espacio para pequeñas joyas destinadas a los más curiosos. Una carta diseñada para acompañar la comida y sumar a la experiencia, sin intimidar.

Más que un restaurante: una experiencia

Más allá de la propuesta culinaria, el objetivo es claro: que el cliente se sienta cómodo y con ganas de volver. Sin prisas, con una atención cercana y la sensación de haber pasado un buen rato. 

La respuesta del público desde la apertura está siendo muy positiva. Muchos clientes repiten y recomiendan el restaurante, algo que refuerza la idea de que la propuesta conecta con lo que busca el comensal en Almerimar: calidad, personalidad y coherencia.