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Sigue la espada de Damocles de los 3 puntos amenazando al club

El Almería de Sergi, conectado

Miguel del Pino
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La espada de Damocles es un frase popular que se debe al historiador griego Timeo de Taormina y que se utiliza hasta nuestros días para referirse a un peligro que amenaza, aludiendo a una espada que pende sobre la cabeza que se siente amenazada y que en cualquier momento puede caer. En estos momentos la espada de Damocles amenaza el futuro del club almeriense en forma de tres puntos. Tres puntos que están en el aire, que en cualquier momento pueden ser restados o no, con el peligro que ello conlleva para el futuro de la entidad.


Villar se ha precipitado a ser efectiva la sanción sin tener en cuenta que está recurrida, la LFP espera la resolución de los organismos a los que ha apelado el Almería, y estos no responden incrementando los días de agonía y de incertidumbre para todos. Pero lo cierto es que tanto los profesionales como el entorno del club están respondiendo muy positivamente, saben que la consecución del objetivo está en sus manos, con o sin los tres puntos, y han unido esfuerzos y voluntades para lograrlo. Hasta el momento la reacción del equipo tras la llegada al banquillo de Sergi Barjuan ha sido positiva y notable. Tres buenos partidos y un solo lunar. Pero lo más importante, lo que hace concebir fundadas esperanzas, es que el Mediterráneo ha dejado de ser objeto de saqueo por parte de los barcos enemigos y ahora éstos regresan de vacío de su paso por las aguas almerienses.


Han sido dos grandes triunfos ante dos rivales directos, en dos encuentros en los que el equipo almeriense ha hecho cinco goles y no ha encajado ninguno. Estas dos grandes actuaciones ante su gente permiten al Almería seguir conectado y le obliga a prolongar su concentración y a mantener la intensidad mostrada en los últimos encuentros. Y solo así, compitiendo, el Almería tendrá opción a conquistar el título que persigue: La permanencia.


El domingo me sentí orgulloso de ser almeriense por el ejemplar comportamiento de los casi once mil valientes que ayudaron al equipo. La nota la dio el frustrado Garitano, que en un ejercicio de soberbia dejó compuestos y sin novia a los periodistas locales. La solución podría ser  cambiar el protocolo. Primero se serviría a todos, en castellano, y luego a la minoría, en vasco o catalán.


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