Salió el sol en Madrid y se apagó el Almería. La victoria e imagen mostrada contra el Granada hace apenas ocho días ha quedado en punto muerto, porque el Rayo Vallecano se fue de fiesta con su afición una vez certificada la permanencia, y los rojiblancos pensando en que dejaron escapar una gran oportunidad de dar un golpe de autoridad en la zona baja.Sergi Barjuan había despertado la ilusión dormida desde el 1-4 contra el Levante, avisó de los peligros que tiene un triunfo tan cómodo como el de hace una semana frente al Granada, de que las risas en los entrenamientos no siempre son sinónimo de victoria... En definitiva, las alertas del técnico rojiblanco no se activaron hasta la segundo período. El Rayo y su mejor aliado, el balón, fueron quitando oxígeno al Almería, que no llegaba a la meta de Toño. Un disparo de Ximo fue el bagaje ofensivo en 45 minutos. Insuficiente cuando a los 23 minutos había marcado Amaya en el único error defensivo.

Sin puntería En el descanso el Almería se acordó de que delante no estaba el Barça, o el Madrid, y optó por tener la pelota, poner en campo cuesta abajo hacia el arco vallecano. Todo quedó en intento, ya que las mejores ocasiones se estrellaron en Toño. De hecho, se reclamaron dos penas máximas en el área local. Gil Manzano tampoco estaba por la labor de ser el protagonista del partido. Cerró el día de fiesta en Vallecas Miku, que materializó el gol 700 del conjunto madrileño.
El Almería da un paso atrás en sus aspiraciones de permanencia frente a un Rayo correcto, que se limitó a marcar sus ocasiones: tan fácil de decir y difícil de ejecutar.
El descenso sigue estando en el mismo sitio que a las 11:59 horas. Nada se mueve, ni el casillero de puntos. Las sensaciones, buenas o malas, no ganan partidos.