En solo dos meses, Ranko Popovic ha sabido ganarse al vestuario del Real Zaragoza gracias a su naturalidad y sencillez y se ha convertido en el líder de un Real Zaragoza plagado de dudas deportivas cuando él aterrizó a finales de noviembre. Casi nadie lo conocía cuando llegó, pero en poco tiempo ha logrado el respeto de todos por su forma de trabajar.

Popovic no es un técnico convencional. Se aleja de muchos estereotipos. A diferencia de otros entrenadores, le gusta la cercanía con el que trabaja y se interesa por él. Algo que a veces se echa de menos en el fútbol, un deporte en el que juegan personas.

El serbio es un entrenador paciente y observador. Sabe que los jugadores no son todos iguales. Su experiencia como futbolista y capitán durante muchos años también le ayuda como técnico a entender mejor a sus pupilos. Por eso, es de los que creen que hay algunos futbolistas que necesitan más atención que otros y se preocupa por dar a cada uno lo que le puede ayudar a mejorar. Potenciar sus virtudes y corregir sus defectos.

Paco Herrera decía que "los jugadores que están conmigo, crecen". En su trayectoria hay ejemplos claros como el de Iago Aspas, al que dirigió en el Celta, o ahora Sergio Araujo en la Unión Deportiva Las Palmas. Una frase que también podría hacer suya Popovic porque es de los técnicos que ocupan su tiempo en buscar las fórmulas que hagan mejorar a sus hombres.

Jaime va a más
El serbio lo está haciendo con varios, pero sobre todo con Jaime Romero, un jugador que no ha acabado de explotar en ningún club, y lo está intentando con Willian José.

Nada más llegar al Real Zaragoza, Popovic entendió que el juego del albaceteño, etiquetado como revulsivo, podía ser más completo si aprendiera a defender de otra manera y se involucrara más. "Quizás es que nadie le ha enseñado a hacerlo", indicaba Ranko en sus primeros días. Y se puso manos a la obra.

Cualidades las tiene todas para triunfar. Velocidad, cambio de ritmo, desborde y, sobre todo gol. Pero era un jugador poco implicado en la faceta defensiva y, en muchas ocasiones individualista. Desde las primeras semanas, Popovic ha dedicado largo tiempo a hablar con Jaime y explicarle una y otra vez lo que debía de cambiar.

Con un mensaje basado en la exigencia, el respeto y la motivación, el técnico se ha ido ganando a Jaime, quien ha ido entendiendo que Popovic tenía razón y que sus palabras le pueden ayudar positivamente a ser mejor si las lleva a cabo. Así, en las últimas semanas su evolución ha ido de la mano del equipo aragonés y se ha convertido en uno de los hombres importantes. "Jaime acepta ahora la crítica de una manera diferente", comentó la semana pasada Popovic.

También está dedicando tiempo a hablar y corregir aspectos con Jesús Vallejo. El canterano es una esponja y trata de hacer suyos todos los consejos que el técnico, que conoce a la perfección su posición porque también fue central, le da en cada entrenamiento. Alguno con bronca incluida, pero siempre desde el cariño que el técnico les brinda diariamente a sus hombres, ya que es uno más.

Willian José, su gran reto
Ahora su gran reto sigue siendo el de Willian José. El brasileño ha perdido la titularidad desde su llegada al banquillo, pero el serbio está empeñado en que dé mucho más de lo que hasta ahora ha dado. Cree que tiene un gran potencial pero para darlo tiene que esforzarse más.

El delantero es un jugador introvertido y tímido, al que le cuesta relacionarse más que al resto. Pero tiene con una calidad tremenda. De ahí que Popovic esté encima de él en cada sesión. Le habla, le anima, le corrige, le abraza... Popovic tiene plena confianza en él pero espera que termine de dar el paso definitivo.

Popovic fue jugador del Almería a mediados de los noventa.