El Mediterráneo hoy, como el Franco Navarro con anterioridad y el Estadio de la Falange en el pasado más remoto del fútbol de Almería son tres escenarios en los que los aficionados almerienses han vivido muchas jornadas inolvidables para lo bueno y para lo malo.
El pasado lunes, en día laborable y con un horario destemplado, más de siete mil valientes se dieron cita en las gradas del coliseo almeriense y no se equivocaron, sino todo lo contrario, porque fueron testigos de un espectacular partido de fútbol en el que tuvieron oportunidad de sufrir y disfrutar, llorar y reir, ver buenos goles, fútbol de calidad y emoción a raudales. Pocas veces en sólo noventa minutos de nuestras vidas vamos a tener la oportunidad de vivir de forma tan intensa. Como colofón un final feliz que convierte la noche del 24 de marzo de 2014 en otra noche mágica para el balompié almeriense. Ni el Almería ni la Real ofrecieron un mínimo de disciplina táctica; fue un partido disputado a tumba abierta, algo no demasiado aconsejable en los tiempos que corren. Lo más positivo en lo que al Almería se refiere es que se pudo comprobar que no sólo tiene un once tipo competitivo sino que tiene también un buen fondo de armario. Mané, realizó un gran partido y salvó un tanto en la linea de gol, Óscar Díaz, tercera opción, marcó.
Francisco fue expulsado en el minuto 93 por doble amonestación ‘por protestar de forma ostensible’ y verá el partido contra el Valencia desde el palco porque será sancionado con un partido. Jaime dirigirá al equipo desde el banquillo ante el Valencia.