El Almería ha vuelto a perder y se afianza en los puestos de descenso, que no es nada positivo, sino todo lo contrario. El equipo rojiblanco es en estos momentos un enfermo en un estado gravísimo, que como decía Francisco al final del partido “no está desahuciado” pero si en grave peligro de dejar el mundo de los equipos que seguirán vivos la próxima temporada en la primera y más importante competición balompédica nacional. A pesar de que el Almería es penúltimo y que sólo tiene por detrás al Betis, jornada tras jornada más cerca de los rojiblancos, no es menos cierto que la curación no es imposible si se mira las tabla clasificatoria ya que a falta de diez jornadas, que realmente son nueve porque en una de ellas los almerienses tienen que jugar en el Bernabéu, sólo les separan dos puntos de la permanencia. Los números dan pie a que en el corazón de los seguidores del equipo rojiblanco quede un rayo de esperanza porque el equipo no está clínicamente muerto. La curación es difícil, pero no imposible. Donde el grado de negatividad alcanza su cénit es a la hora de ver el rendimiento del equipo en las últimas jornadas y las sensaciones, malas, que transmite. El Almería aparece en sus últimos compromisos como un equipo sin fe, perdido, con una moral quebradiza, que no sabe a lo que juega y, en definitiva, con una crisis de identidad altamente peligrosa. Puestos a ver el lado positivo de la derrota de Vallecas se puede argumentar que el Almería aguantó bien durante la primera media hora las embestidas del Rayo; pero ante este hecho uno se pregunta si la misión del Almería en Vallecas era dar un paso atrás y defenderse del Rayo contando para ello con un equipo ofensivo. En el once de Francisco sólo había cuatro defensas, de los otros seis futbolistas ninguno de ellos alcanza su mejor calificación en la faceta defensiva. No me puedo creer que unos profesionales que han sido capaces de ganarle al Atlético de Madrid y al Valencia, entre otros, sean ahora tan malos. Una buena parte de la hinchada está quemada; el sábado fueron multitud los que dejaron el televisor tras el 2-0 y en la última derrota frente al Sevilla la deserción de la grada fue importante. Creo que a los almerienses que han hecho un sacrificio abonándose no se les está respetando.