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Capacidad de mejora en el control del juego

El Almería debe finalizar mejor

Miguel del Pino.

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No hay motivo alguno de queja respecto al rendimiento del equipo almeriense en las dos primeras jornadas ligueras, sino todo lo contrario. El sábado la afición tuvo la sensación de que se podía haber ganado, pero el devenir del juego se prestó también a no haber sumado.
Siempre es bueno tener en cuenta que en un partido de fútbol hay dos equipos y que hay que analizarlo no en función de uno de ellos, en este caso el Almería, sino por el trabajo de ambos.
En este contexto dio la sensación de que la sala de máquinas local no estuvo al mismo nivel que en Tarragona. En algunas fases del partido los de Ramis no tuvieron el control del juego y eso permitió que el choque se convirtiera en un ida y vuelta, ideal para el espectador imparcial, que, en definitiva, convirtió en una lotería el final del encuentro. Ambos tuvieron que conformarse con la pedrea.
La guerra no ha hecho sino comenzar, y es lógico que todos los equipos padezcan desajustes. En el caso del Almería dio la impresión de que no están aún perfectamente definidos los papeles en la sala de máquinas, que una de las bandas no finaliza las jugadas y aporta menos en las acciones ofensivas que la otra y que hay que mejorar la eficacia en las acciones a balón parado. Siete lanzamientos de esquina se fueron al limbo.
En cualquier caso el equipo da la sensación de estar en el buen camino, tanto por lo que está ofreciendo como por su capacidad de mejora. Y no se debe de olvidar que en la Liga los puntos están muy caros y el Almería está entre los mejores con cuatro puntos en la tabla.
En esta bendita tierra del sur parece que es pecado hablar de los arbitrajes. Desafiando lo políticamente correcto me atrevo a señalar con el dedo a Prieto Iglesias. Es un mal árbitro, ascendió inmercidamente a Primera, fue descendido la pasada temporada y ahora toca padecerlo en Segunda.
En el Almería se quejan, creo que con razón, de dos jugadas decisivas. El gol del Oviedo no debió subir al marcador porque Saúl Berjón hizo falta a Morcillo en la recepción del zapatazo del meta visitante. 
La otra fue un claro empujón de un defensor a Hicham, el delantero aguantó en pie y Prieto se hizo el loco cuando era un penalti claro.


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