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Hambre en el vestuario

Antes en Almería entrabas en descenso y no cobrabas ni un duro y venían de la AFE

Pepe Meca y Pedro Antonio de Alarcón no lo tuvieron fácil como presidentes.

Pepe Meca y Pedro Antonio de Alarcón no lo tuvieron fácil como presidentes.

Tony Fernández
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No hace de esto ni 20 años. Aquellos Almerías de la guerra fría, Poli y Ceefe jugaban para ganar y ganar dinero. Los jugadores firmaban los contratos sabiendo que si no cumplías con los objetivos deportivos a final de mes lo notabas.


No había más dinero que el de los abonados y lo que salía del bolsillo de los presidentes. Todos tenían claro que el cemento en la grada llegaba con las derrotas y a final de mes se notaba en la nómina.


Los jugadores competían sabiendo que una mala racha les podía llevar a no cobrar un mes y el siguiente y al otro. Hasta cuatro mensualidades pendientes llegaban a acumular y no pasaba nada.


El Almería Ceefe cumplía más con la nómina pero en el Poli sus futbolistas eran accionistas indirectos y más valía ganar para cobrar puntualmente.


Hoy el jugador rojiblanco lo tiene todo. Gane o pierda a final de mes llega la nómina. No hay presión. Lo que se firma se cobra y si el club se demora llegan de la mano la Liga y la AFE para que cumplan.


Antes (hace 20 años y menos) la información deportiva llevaba de la mano la situación económica de los clubes. En las entrevistas a los presidentes y a los jugadores era de ley hablar de las cuentas del club.


Muchos debían el alquiler y otros se metían en un piso a compartir porque no les llegaba. Eran otros tiempos. Dolía más la derrota. Les dolía más el bolsillo.


Aquello no estaba bien. Los clubes no dejaban de pagar por castigo. Y los jugadores a base de triunfos sabían que llevaban más gente al estadio y las taquillas ayudaban para cobrar puntualmente.


Ya no quedan jugadores sin cobrar. Ya las SAD con la LFP y la AFE han borrado del mapa las deudas con los profesionales.


Hoy los jugadores ganan siempre. Ganen o pierdan el día 30 llega la nómina. Nada que ver con aquellos tiempos de la guerra fría cuando el Ceefe pagaba y el Poli adeudaba.


Lo más bonito de esta historia es que los que cobraban puntualmente a veces se veían superados en el campo por aquellos que debían el alquiler.


Cuando el hambre de triunfos era real.


Si yo les contara...


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