La Voz de Almeria

Tal como éramos

La radio del Andén de Costa

La primera Estación de radio de Almería empezó a funcionar en 1927 junto al puerto

Sede donde estuvo ubicada la emisora de Radio Almería, en la calle de Arapiles,  tras sus inicios en el puerto.

Sede donde estuvo ubicada la emisora de Radio Almería, en la calle de Arapiles, tras sus inicios en el puerto.

Eduardo de Vicente
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En la noche del 15 de julio del año 1927 comenzaron a emitirse las primeras pruebas de la Estación de Radiotelefonía EAJ-18 Radio Almería. Empezó a funcionar con un aparato de galena con bobina Oudin, y contaba con una antena de cincuenta metros de altura con una longitud de onda de trescientos veinte metros.

Aquella era una emisora muy humilde que tuvo muchas dificultades para encontrar un local en el que poder iniciar sus emisiones. Lo hizo finalmente en un improvisado estudio que se habilitó en una vivienda de las que entonces existían en la zona del Andén de Costa, frente al mar. Contaba con tres departamentos: estudio, sala de aparatos y grupo motor. El estudio era un pequeño habitáculo tapizado en un gris perla que le daba un aire acogedor. En un ángulo estaba situado el micrófono, un Telefunken que descansaba sobre dos bandas esponjosas de caucho. En otro rincón del estudio destacaba un regio piano que tenía encima una lamparilla de luz tenue que se encargaba de iluminar un rótulo donde aparecía la palabra: silencio.

Las emisiones de las pruebas se realizaban a partir de las ocho y media de la noche y en una de ellas llegaron a participar la célebre violinista almeriense Cresteta Goñi y el pianista Carlos Gacituaga, que en aquellos días del verano de 1927 estaban actuando con gran éxito en el escenario del Café Colón.

Las dificultades fueron el pan nuestro de cada día en los primeros tiempos de la emisora debido a los escasos apoyos que su administrador, Felipe Delgado Villaseca, encontró en la sociedad almeriense, pero a pesar de los problemas logró salir adelante y en los años treinta ya era toda una referencia en la ciudad con una importante programación que se basaba fundamentalmente en la música.

A las una y media de la tarde la Estación abría sus emisiones diarias, siempre con las notas del Fandanguillo. A continuación llegaba la hora de la actuación del Trío de Radio Almería, que dirigía el querido maestro Rafael Barco, que ejecutaba un extenso programa musical. Después venía un espacio de información de asistencia social, con la cartelera cinematográfica del día y minutos de discos variados hasta las tres de la tarde, hora en la que se cerraba la Estación. La programación no se reanudaba ya hasta las ocho y media de la noche con el boletín meteorológico, que daba paso a continuación a un extenso programa cultural con conferencias de médicos y personajes ilustres de la ciudad relacionados con la ciencia y la enseñanza. Antes de las diez de la noche el director artístico de la emisora, Juan Cuadrado Ruiz, ejecutaba un completo recital poético donde intervenían los oyentes que por carta se dirigían a la radio pidiendo los poemas que querían escuchar. A las once de la noche, las campanadas del reloj anunciaban el cierre de la jornada.

La radio tuvo que sufrir también los años de la guerra, pero volvió a emitir una semanas después del final de la contienda. En abril de 1939 la emisora tenía sus pequeños espacios para los programas locales ya que estaba obligada a conectar a diario con Radio Nacional de España.

En los años cincuenta la radio empezó a crecer y hacerse fundamental dentro de las casas. La familia que progresaba no dudaba en invertir en uno de aquellos aparatos majestuosos que se colocaban en el rincón más importante del comedor. En los años sesenta tener una radio era imprescindible. Fue la gran revolución antes de la llegada del televisor. La radio era tan importante que el aparato sólo podían manipularlo los mayores. “Niño no toques la radio no vayas a romperla”, se escuchaba a menudo en las casas, porque aquel artefacto lleno de magia tenía que durar media vida.

De todos los programas de entonces, ninguno ha sido tan recordado como el de los discos dedicados con el que muchos de nosotros devoramos nuestros primeros biberones. A las tres, después de la emisión del noticiario, empezaba el espectáculo en Radio Almería. A comienzos de los años sesenta, el programa llegó a tener tanto éxito que lo emitían en dos franjas horarias: a las tres de la tarde y a las seis y media. Entre medio llegaban aquellas eternas radio novelas llenas de voces profundas y sentimentales que hacían llorar a nuestras madres sin que los niños supiéramos muy bien el por qué de esas lágrimas.

Pero a nosotros, lo que más nos gustaba eran los discos dedicados que presentaba Emilia Martín. Nos gustaba porque era la única forma de escuchar las canciones de moda en un tiempo en el que casi nadie tenía tocadiscos, y nos gustaba porque siempre había alguien de nuestra familia o de nuestro barrio al que le dedicaban una de aquellas canciones. “A Paquito Tenorio, el niño más simpático de la calle Clarín, de parte de sus tíos y hermanos”, y en ese momento, todos los vecinos de la calle celebraban el acontecimiento, emocionados.

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