La Voz de Almeria

Almería

Las peleas entre el Adra y el Almería

La rivalidad era tan grande que hasta en un amistoso jugado en la capital se armó la marimorena

Amistoso jugado en el estadio de  La Falange el 1 de mayo del 58 entre el Almería y el Adra. Los árbitros eran Ferrete, Urrea y Parra.

Amistoso jugado en el estadio de La Falange el 1 de mayo del 58 entre el Almería y el Adra. Los árbitros eran Ferrete, Urrea y Parra.Foto Flores

Eduardo de Vicente
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La rivalidad en estado puro, la batalla contra el vecino de enfrente, el cainismo que acompaña al fútbol desde que en los barrios se desafiaban entre calles alcanzaba su mística absoluta cuando Adra y Almería se tenían que ver las caras. El equipo del pueblo desafiando al equipo de la capital, David contra Goliat, la rebelión de los pobres, la demostración de que uno de los grandes secretos del fútbol residía en esa forma de igualar a los rivales dentro de un terreno de juego.

En la historia del fútbol provincial, la que queda en la memoria de la gente, está escrita con letras mayúsculas esa rivalidad que hubo entre Adra y Almería cuando en el deporte se proyectaban el honor y las esperanzas de los pueblos. Hubo un tiempo en que Adra quiso competir de verdad con Almería, de tú a tú, diciéndole a la cara que el pueblo podía llegar ser tan importante como la capital, al menos a la hora de batallar en un terreno de juego once contra once y en paños menores.

Esta rivalidad surgió en una época donde Adra y Almería compartían la misma provincia, aunque estuvieran separadas por un abismo debido a la distancia que marcaban las malas comunicaciones. Ir desde la capital a Adra era un auténtico viaje en el que había que atravesar la temida carretera del Cañarete cuando los desprendimientos estaban a la orden del día y el laberinto de curvas de los kilómetros finales.

A pesar de la lejanía, cuando se enfrentaban los dos equipos el acontecimiento se vivía como un derbi, como si se tratara de dos rivales que compartieran el mismo barrio y entre ellos estuvieran en juego sus señas de identidad. Los enfrentamientos entre Adra y Almería movilizaban a cientos de aficionados que se embarcaban en la aventura del camino para apoyar a su equipo.

En aquel tiempo el equipo representativo de Adra llevaba el nombre de CD Trafalgar, en honor de una centuria de posguerra que se hizo célebre en aquella época por sus éxitos deportivos en disciplinas tan distintas como el baloncesto, el atletismo y el balonvolea. El Trafalgar de fútbol también llegó lejos y en la temporada 57-58 compartió el mismo grupo de Tercera División con el Atlético Almería, cuando era una categoría profesional. Estar a la misma altura que el club representativo de la ciudad sirvió de motivación a las fuerzas vivas abderitanas, que se volcaron para poner en marchar un gran proyecto. Se formó una amplia junta directiva que en su afán de engrandecer el club implicó a políticos y periodistas en su aventura. Para asegurarse el apoyo institucional nombró presidentes de honor del Trafalgar al Alcalde de Adra, Antonio Olmedo, y al Presidente de la Diputación, Lorenzo Gallardo.

A pesar de la rivalidad, a pesar de que no se podían ver, las directivas del club abderitano y del Almería estaban obligadas a guardar las formas y a aparentar de puertas hacia fuera que todo iba bien, que eran club hermanos. Esta hermandad cogida con pinzas propició que para el uno de mayo de 1958 se organizara un partido amistoso entre ambos equipos para limar asperezas y demostrarle a la opinión pública que la deportividad y la educación estaban por encima de cualquier tipo de rivalidad.

Para dirigir aquel derbi amistoso se eligió al mejor árbitro del momento en el contexto provincial, Vicente Ferrete, que llevaba muchas batallas corridas y conocía perfectamente el percal. El encuentro se desarrollaba con normalidad, con esa tensión que siempre estaba presente entre ambos, pero sin grandes sobresaltos hasta que el ambiente se fue calentando y un jugador del Adra insultó al colegiado. La expulsión consiguiente encendió la mecha y en una jugada entre Quintín del Almería y Jorge del Trafalgar el fuego se extendió de tal forma que los protagonistas llegaron a las manos. Cuando el árbitro empezó a sacar tarjetas los jugadores abderitanos amenazaron con la retirada y así lo hicieron, porque fueron siete los que se marcharon al vestuario en señal de protesta por lo que estaba sucediendo en la hierba marchita del estadio de la Falange. El amistoso terminó como el rosario de la aurora.

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