Los cinco en las seis celdas de la comandancia
No hay televisión, ni adorno, no hay ventanas, solo una cama dura, una letrina con agujero
y bocadillos donde las horas pasan muy despacio

Comandancia de la Guardia Civil de Almería donde han estado los detenidos del Caso Mascarillas.
Cenaron platos precocinados de la marca Carretilla y durmieron en camas de cemento sobre básicos colchones y un jergón. Para que los cinco detenidos estuvieran integrados en la trena de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería hubo que trasladar a algunos presos anteriores a otros calabozos.
La falta de dependencias de aislamiento de la Guardia Civil en Roquetas está provocando que presos preventivos acaben en Almería, El Ejido, Vícar e incluso Garrucha. Son solo seis celdas sobrias -en realidad son siete y una más para menores- las que hay en el semisótano de la sede del Instituto Armado de la capital, aisladas del fragor de la calle.
Allí han permanecido desde la inaudita tarde/noche del martes Javier, Fernando, Clemente y los dos Rodrigos (padre e hijo) recluidos, recibiendo la pródiga atención de sus abogados. En esas mazmorras- como en todas- hace frío de noviembre. No hay televisión ni ningún otro adorno, más allá de la cama cuartelera y la puerta metálica.
Al lado, una letrina con un agujero, sin taza de váter ni nada que se le parezca para poner las posaderas. No hay ventanas, solo una bombilla en el techo. En la pared de enfrente sí entra la luz del patio de la Comandancia por una rejilla. Cuando llegaron los cinco detenidos al arresto, tuvieron que pasar por la sala de reseñas para hacerles las fotos de frente y de perfil y tomarles las huellas.
Después, como es preceptivo siempre en cualquier arresto, les fueron retirados los cordones de los zapatos, los cinturones y los móviles. Ha sido en torno a un día y medio de clausura forzosa los que han mantenido los cinco detenidos, una cicatriz que será difícil de olvidar para ellos. Qué pensarían esas horas tendidos con el jergón encima, cómo se adaptarían personas libérrimas hasta ese tarde de martes a su nueva condición.
Hoy se enfrentarán a la mirada del juez instructor, Eduardo Martínez Gamero, en una sala de la Carretera de Ronda, declararán en presencia de sus abogados, quizá con la con las costillas molidas por haber echado de menos la cama del hogar, con cabeza alta y el cuello erguido, para dar testimonio de seguridad en sus explicaciones.
Quedarán probablemente en libertad a la espera de juicio. Y la UCO investigadora y adjetivadora dejará paso a la justicia sustantiva y sustanciada, a la ecuanimidad, a la capacidad que tienen los hombres de leyes de ser probos. Ahora, todo ese arsenal de presuntas estafas y malversaciones, de indicios más o menos verosímiles deben venir acompañadas de la carga de la prueba.
Ha habido y habrá resoluciones de casos judiciales de cargos públicos en Almería que tuvieron más ruido que nueces y también a la inversa: con más nueces que ruído. Hay están el caso Sol y Arena, la Operación Costurero, la Operación Poniente y el caso de los terrenos de El Toyo -hace de esto último muchos años ya- como ejemplos. El futuro de estos hombres pertenece ahora a la justicia con mayúsculas.