Desde un barrio de Almería hasta el futuro del agua: la historia de Agualytics
Saturnino González, CEO de Agualytics, desvela en su ponencia en AlmeríaTech cómo una idea se convirtió en un referente tecnológico en gestión hídrica

Saturnino González con parte del equipo de Agualytics
El sol cae sobre los invernaderos de Almería como una lupa gigante. Desde el aire, los plásticos brillan como mares blancos que se funden con el Mediterráneo, mientras el desierto recuerda que aquí todo cuesta un poco más. Y sin embargo, de este rincón del mapa olvidado por muchos, sale la comida que alimenta a millones de personas en todo el mundo. Almería lleva décadas demostrando que no hay territorio pequeño para soñar en grande. Y la realidad es que desde un barrio también se puede levantar un proyecto innovador.
Eso es justo lo que promete contar Saturnino José González Aguilera, CEO de Agualytics, en su próxima ponencia en AlmeríaTech. La cita es el jueves 9 de octubre, a las 20:00 horas, en La Pajarería (C/ San Francisco de Asís 16). Con un título tan provocador como divertido —'¿Y si desde un barrio de Almería pudieras montar un proyecto que vale millones… y encima mantener el pelazo?'—, Saturnino compartirá cómo pasó de una simple idea a levantar una startup que hoy gestiona miles de hectáreas de agua gracias a la tecnología y al conocimiento.
Un inicio con propósito
En su conversación con LA VOZ, Saturnino no duda en ir al grano: el proyecto nació con ambición y con la vista puesta en grande. “El inicio fue serio y a lo grande. Siempre pensamos en hacer algo que de verdad aportara valor”, recuerda. No fue una ocurrencia pasajera ni un experimento de garaje. Desde el principio estaba claro que había un problema real en la gestión del agua y que merecía una solución a la altura.
Aunque la sociedad como tal no se constituyó hasta 2021, la semilla llevaba germinando desde 2017. Fueron años de observar, escuchar y detectar un patrón: muchas tecnologías llegaban desde fuera, pero se encontraban con un muro invisible. No encajaban en la realidad almeriense, en sus cultivos, en su forma de trabajar. “La tecnología por sí sola no basta. Si no la unes al conocimiento local, se queda coja. Nosotros entendemos el terreno, hablamos el mismo idioma que los agricultores y sabíamos que podíamos hacerlo mejor”.
Ese fue el punto de partida de Agualytics: la convicción de que el verdadero valor no estaba en traer soluciones prefabricadas, sino en combinar el saber de la tierra con las herramientas más avanzadas. Porque en Almería, donde el agua es oro, no hay margen para el error ni para la improvisación.

Saturnino González, CEO de Agualytics
Retos bajo tierra
El agua, ese tesoro invisible que sostiene la agricultura almeriense, fue también el gran obstáculo que Saturnino y su equipo tuvieron que afrontar. La paradoja era evidente: la provincia que mejor había aprendido a aprovechar cada gota, se encontraba con un freno que no venía de los agricultores ni de la tecnología, sino de la base misma del sistema. “En el campo no faltan conocimientos ni ganas, lo que falta son infraestructuras”, resume con claridad.
Enseguida comprendieron que no bastaba con colocar sensores inteligentes o desplegar algoritmos de Big Data si debajo no existía una red preparada para soportarlos. Se toparon con tuberías obsoletas, conexiones inexistentes y obras pendientes que no llegaban nunca. La tecnología podía medir, analizar y predecir, pero no era capaz de arreglar por sí sola lo que llevaba años deteriorándose.
Ese fue uno de los primeros grandes aprendizajes de Agualytics: la innovación necesita un suelo fértil donde apoyarse y ese suelo no siempre depende de las startups, sino de la voluntad política y la inversión pública. “Podemos estar bien, pero siempre hay margen de mejora. La clave es que la tecnología no sustituye lo que no existe: tiene que apoyarse en infraestructuras reales”, advierte Saturnino. Una lección que recuerda que, bajo tierra, laten los cimientos de cualquier revolución tecnológica.
Lo que marca la diferencia
Agualytics no se parece a la típica startup tecnológica salida de un 'coworking' de capital. Saturnino lo dice con orgullo: “Nuestros socios no son solo ingenieros de telecomunicaciones. Tenemos ingenieros agrícolas, desarrolladores y profesionales ligados al terreno. Sabemos lo que pasa cada día en el sector”. Esa mezcla de saber local y conocimiento técnico es la clave de su identidad, un punto de equilibrio entre tradición y vanguardia.
En un mercado saturado de soluciones digitales, la diferencia no está en inventar la última aplicación brillante, sino en saber aplicarla donde realmente hace falta. “La tecnología está al alcance de todos. Lo importante es cómo la usas y a qué problema concreto das respuesta”. Y en un territorio como Almería, donde cada litro de agua es oro, esa respuesta no puede llegar desde un despacho lejano, sino desde quienes pisan la tierra a diario.
Por eso, emprender desde aquí no es un obstáculo, sino una ventaja si se entiende el contexto. “En agricultura o turismo es raro que venga alguien de Madrid a decirle a un agricultor de Balanegra cómo criar una berenjena. Aquí tenemos credibilidad porque somos parte de la tierra”, afirma Saturnino con una sonrisa. La cercanía y el conocimiento del terreno son su mayor aval, aunque también reconoce que no todo es sencillo.
“Muchas veces se dulcifica demasiado el emprendimiento. La realidad es que todo vale lo que alguien esté dispuesto a pagar. El error más común es enamorarte de tu idea y olvidarte del mercado. Lo que importa es salir, vender y validar”. Así, entre la innovación tecnológica y la sabiduría de la huerta, Agualytics ha ido creciendo: demostrando que desde un barrio también se puede competir a lo grande, siempre que se combine pasión con realismo.
El ‘método curly’
En medio de la charla, Saturnino lanzará un concepto que arranca sonrisas pero que, en realidad, esconde toda una filosofía de vida: el ‘método curly’. El nombre suena ligero, casi anecdótico, pero él lo explica con seriedad. “Es constancia. Igual que un rizo necesita cuidados para mantenerse definido, un proyecto también. Hay que darle cariño, mantenerlo con foco y no pensar en el pelotazo rápido”.
La comparación no es casual. En un mundo obsesionado con la inmediatez y las historias de éxito relámpago, Saturnino reivindica la paciencia y el trabajo diario. Este método es, en el fondo, una forma de recordar que nada crece de un día para otro, ni en el campo ni en los negocios. Requiere mimo, atención y la capacidad de seguir adelante incluso cuando las cosas se enredan.
Ese enfoque ha sido su brújula en los momentos más complicados. Constancia, cuidado y paciencia: tres ingredientes que definen tanto a un agricultor que riega cada mañana como a un emprendedor que pelea por abrirse camino. Porque al final, como repite Saturnino, los proyectos también tienen vida propia, y si quieres que crezcan, hay que tratarlos con el mismo cuidado con el que se doman unos rizos rebeldes.
Un millón desde el barrio
Así, la charla que Saturnino dará en AlmeríaTech no es solo sobre tecnología, es una invitación a soñar. Y cuando se le pregunta qué pasos daría alguien que quiere “ganar un millón desde el barrio”, responde sin rodeos: creer que se puede hacer algo grande sin salir de tu tierra. Valorar lo que ya tenemos: “Llevamos décadas exportando pimientos, berenjenas y calabacines. Eso es conocimiento, eso es valor”. Y aprovechar las oportunidades de Almería: “Es un sitio estupendo, fácil para adquirir conocimiento y exportarlo al mundo”.
Saturnino lo resume con sencillez: “Ya tenemos todo para hacerlo, solo hay que ponerse”. Una frase que encierra no solo el espíritu de su ponencia, sino también el de una generación de emprendedores que creen en el poder de lo cercano. Porque desde un barrio de Almería no solo se puede alimentar al mundo: también se pueden sembrar ideas capaces de transformarlo.