Miles de almerienses se han visto sorprendidos por la presencia masiva de cigüeñas en estos últimos días del mes de agosto. Ornitólogos y ecologistas advierten sin embargo que ese ‘desembarco’ de aves no se puede considerar como algo anormal, ya que la provincia forma parte esencial de su ruta migratoria entre Europa y África.

Lo que es menos habitual es que elijan como zona de descanso un área urbana como la de la capital almeriense, donde desde principios de esta semana se han detectado cientos de ejemplares. La práctica totalidad de estas espectaculares aves proceden del continente europeo, desde Francia o Suiza hasta Centroeuropa o los países nórdicos.

Se trata de animales que siguen la ruta del Mediterráneo, bajando hacia el sur siguiendo la línea de costa. Al llegar al punto más al sur, a Almería, se toman un descanso antes de continuar su viaje; reposan y buscan alimento para atravesar el Mar de Alborán camino del norte de África, donde pasarán el otoño e invierno y volver a emigrar hacia Europa a finales del mes de febrero, cuando empiezan a subir las temperaturas en el continente.

Su ‘escala’ en la capital almeriense responde a la presión que sufren otras zonas que han sido habituales de descanso, en especial las áreas litorales y los humedales con los que cuenta Almería, entre otras razones debido a la sequía, que reduce la presencia de esas zonas húmedas, y la presión urbanística y turística en las costas.

Durante algunos días más la presencia de cientos de cigüeñas seguirá constituyendo un espectáculo natural único para muchos almerienses que están llenando las redes sociales de imágenes de estas aves, expertas en la navegación aérea (porque son más planeadoras que voladoras y aprovechan las corrientes de aire para desplazarse con mayor facilidad.

Desde el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM) insisten en que la presencia de las cigüeñas es un fenómeno normal, aunque en la actualidad sorprende que elijan ciudades como la de Almería en lugar de espacios naturales, debido a su degradación. No son agresivas y no tiene especial temor a los humanos, porque están habituadas a su cercanía. Aconsejan, eso sí, no molestarlas ni acosarlas, porque son tímidas en su comportamiento y el acoso podría romper la dinámica de los grupos migratorios. “Sólo cabe disfrutar de su presencia, observarlas sin provocarles molestias y convertirse por unos días en improvisados ornitólogos o mostrarlas a los niños, que muestran una gran curiosidad”.