Ciudad Jardín se despide de 19 moreras
Son los árboles de la niñez de esos chavales de los 80 que se criaron con gusanos de seda

Trabajadores del servicio de parques y jardines con la poda
Todavía recuerdo esos días en los que al salir del ‘cole’ los compañeros más ágiles se subían cual lagartijas por su tronco en busca de su bien más preciado: sus hojas. En aquellos años, finales de los 80-principios de los 90, tener un perro como mascota era algo reservado a unos pocos privilegiados pero tener en casa una cajita de gusanos de seda que al convertirse en mariposas se marchaban, estaba al alcance de todos los niños. Yo entre ellos.
Para una mujer que se ha criado junto a la Rambla antes de su encauzamiento, que ha estudiado en el colegio Lope de Vega, que ha llegado a casa dejando huellas sobre ese suelo encerado con los restos de esa especie de barrizal de moras restregadas por las aceras de la calle Andalucía, es difícil de asumir que igual que los años han pasado por mí, también lo han hecho por los hermosos ejemplares de morera hasta dejarlos huecos y terminar ‘apeadas’ de la vía, que no de nuestra memoria más infantil.
Dos días llevan los trabajadores del servicio municipal de parques y jardines eliminando hasta 19 ejemplares que, según los informes de los arboristas municipales, se encuentran en peor estado.
Anomalías
Según explica el concejal de Zonas Verdes, Agua y Agricultura, Juan José Segura, desde hace un tiempo se estaba haciendo seguimiento a los 26 ejemplares de moreras de la calle Andalucía y a los 10 en la calle La Marina. De ellas, un total de 19 ejemplares controlados presentaban “anomalías como debilitamiento de la madera, actividad fúngica, chancros, oquedades, pudriciones” lo que había llevado a hacerles un tratamiento exclusivo.
Pero este intento de tratamiento no ha conseguido los resultados deseados y al no conseguir la mejoría necesaria incluso “comprobar el empeoramiento de estas, aún con las acciones correctoras realizadas, correspondientes a reducción de cargas en el mes de enero y febrero de 2025” se ha tomaba la decisión de “apearlas”, es decir, eliminarlas.
Decía Juan José Segura en la sesión ordinaria del pleno realizado el lunes que había “riesgo” ante posibles caídas de algunas de esas ramas. El hecho de no poder garantizar la seguridad, al igual que está ocurriendo con las palmeras que se están eliminando en la Avenida Cabo de Gata o en otros puntos de la ciudad, ha sido la sentencia para esa parte de mi-nuestra infancia.
Memoria
Es cierto que ya en estos tiempos en los que todos tenemos perros (yo la primera que ya ando por la parejita), gatos, peces, tortugas y periquitos, cada vez son menos los chiquillos que tienen en su casa la típica cajita de gusanos de seda. Pero no lo es menos que esas moreras son parte de los recuerdos y de la vida de todos los alumnos del colegio Lope de Vega e incluso de aquellos que cursaron en el Romualdo de Toledo. Es parte de la historia de los que han tenido como epicentro de catequesis, scouts o hermandad la parroquia de San Antonio. Y también todos aquellos que llevan viviendo en Ciudad Jardín, El Tagarete, 500 Viviendas o El Zapillo desde niños.
Como con todo, nos tocará asumir que estos árboles han cumplido con su ciclo vital y que ahora tocará que lleguen otros a cubrir su hueco -esa será la nueva misión que tendrá que cubrir el área de Zonas Verdes- pero igual que costó decirle adiós al puente rojo (o blanco) cuando comenzó la locura de las obras del soterramiento porque significaba despedirse de un trocito de nuestros recuerdos, ahora, para todos los que un día agradecimos a estos árboles que nos permitiera tener por fin una mascota a la que cuidar, asumir que no tienen salvación, será difícil.
Si el verano ya es nostalgia, desde hoy aún más.