El día que el Papa se interesó por visitar Almería
Una visión personal sobre el Papa Francisco escrita por el Obispo de Almería

El Papa Francisco, durante una audiencia en el Vaticano.
El domingo, después de hacer la mochila para viajar a Perú a visitar a tres hermanos sacerdotes, me puse a ver la película ‘Las sandalias del pescador’ de Michael Anderson, que se estrenó en 1968, en plena Guerra Fría. Desde que era adolescente no la había vuelto a ver. Vale la pena, es muy actual. Curiosamente solo salen los nombres de Rusia, Estados Unidos, China y Ucrania. Disfrutaba con la trama y los diálogos, tengo que leer la novela de Morris West. Mientras, sin saber que le quedaban pocas horas en esta tierra, yo pensaba en nuestro Papa Francisco. Al final he dejado el viaje a Perú para otro momento.
Me he encontrado varias veces con él en la salita de su apartamento en Santa Marta. Mucho más sencilla que la mía. Siempre me llamaba su secretario cuando se enteraba que andaba por los Dicasterios para diversos asuntos de la diócesis. La primera vez iba muy nervioso. Nunca me había llamado un Papa. Pero la conversación con el Papa era de una aparente sencillez que te mantenía tranquilo. Observaba en él la mezcla de una aguda inteligencia, humor, frescura evangélica, determinación y mucha misericordia. Siempre mantenía el mismo ritmo, escuchaba, preguntaba, guardaba silencio y te respondía.
Siempre me recibía de 5 a 6 de la tarde. Una vez, la buena y distendida conversación, hizo que nos pasáramos doce minutos. Ese día le pedí que ya lo que me quedaba me dejase en Almería. Me miró y se sonrió. Uy, estará esperando fuera el cardenal (no recuerdo el apellido). Cuando salí le pedí disculpas y le dije que había sido yo el que me había alargado.
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Un día el Santo Padre me dijo que estaba interesado en venir a Almería, y visitar sólo los asentamientos. Le dije que no, que si no nuestra imagen quedaría por los suelos. Bueno, lo daremos una vuelta, me dijo.
Cuando me enteré que quería ir a Canarias, le sugerí que hiciera una parada en Almería, pero la enfermedad no le ha dejado. Además, que estas cosas se consensúan con el Gobierno de turno.
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Sentido del humor
Nuestro Papa Francisco tenía un gran sentido del humor. Y eso le mantenía siempre fresco. Cómo aguanta tantas críticas, le pregunté un día. Pues rezo la oración de santo Tomás Moro todas las mañanas: Señor concédeme una buena digestión… Puedes buscarla en internet.
Nunca le pedí nada. Un día me dijo, siempre que te llamo nunca me pides hacerte una foto conmigo. No, Santo Padre, me basta verle cara a cara. No soy amante de las fotos, aunque por la cantidad que me hacen, nadie me creerá. Bueno, un día, entre las cartas que nos enviábamos (mantenme informado de lo que hace en Almería) le pedí hacernos una foto con él pues iba con los chavales de bachiller del Colegio Diocesano. Me dijo que no era fácil, pero que lo intentaría. Yo no dije nada a los alumnos, los profesores sabían que había una pequeña posibilidad. Recuerdo las peripecias que pasamos y como nos colocaron en la tribuna al lado de Papa, todos alucinaban. Cuando volvió de hacer el tour por la Plaza de San Pedro, colocaron al grupo allí donde iba a bajar del papamóvil. Bajó en la silla de ruedas, pidió un bastón y se acercó a los de primero de bachiller, y nos dijo, es para mí un honor poder recibir a los jóvenes de Almería. Le entregamos jamón y embutidos de Serón. Me dijo al oído: vosotros sí que sabéis.
Siempre me presentaba con las manos vacías, pues me llamaba cuando no lo esperaba, tampoco sabía qué llevarle. Pero un día el Padre Vasyl, mi secretario, me pidió le llevara una caja de bombones de Ucrania. Mire le traigo esta caja de bombones… no me dejó seguir, ¿están envenenados? solo uno, le contesté, entonces prueba tú el primero. Y se echó a reír. Cuando le dije que eran de Ucrania se le cambió el rostro. Recemos, me dijo. Las guerras son atroces, tantos jóvenes masacrados en los campos de batalla… y siguió hablando.
Las cartas, las llamadas por teléfono, las visitas en su pequeña residencia… me han hecho sentirle como un padre bueno, que se preocupa de verdad, con una gran humanidad cargada de espiritualidad, y que ha sido así con muchos, y no solo con nosotros. Gracias en nombre de nuestra diócesis, querido Papa Francisco.