La Voz de Almeria

Almería

Lo de aparcar en la puerta de tu casa ya es una realidad en Almería

La reactivación del casco histórico pasa primero porque se cumplan las ordenanzas

Lo de aparcar en la puerta de tu casa ya es una realidad en Almería.

Lo de aparcar en la puerta de tu casa ya es una realidad en Almería.Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente
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Mientras la alcaldesa se encierra con arquitectos y proyectos para buscar la reactivación del casco histórico, los que vivimos a diario la realidad de este trozo de ciudad nos preguntamos para qué sirven tantas buenas intenciones, tantas inversiones, tanto exhibicionismo y tanta propaganda si se falla después en lo básico, si no se ponen los medios para la convivencia, si no se cumplen las ordenanzas y cada uno actúa a su libre albedrío como si estuviera en un poblado del Oeste aún por civilizar.

Reactivar el casco histórico no pasa únicamente por aprovechar los fondos que vienen de Europa para construir un jardín entre las murallas, para levantar una escalera y hacer un mirador en San Cristóbal o para darle un lavado de cara a las plazas del entorno de la Alcazaba. Para reactivar de verdad hay que hacer un casco histórico habitable, amable, que los almerienses y los que nos visitan nos sentamos orgullos de las calles que pisamos y ante todo, que nos sintamos seguros.

El casco histórico actual es, en algunos rincones, un territorio indomable donde un vecino puede instalarse en la calle con una caja de latas de cerveza y un altavoz a todo volumen y convertir una plaza en una discoteca ante la mirada atónita de los turistas, con la seguridad de que los municipales no van a aparecer nunca y si lo hacen llegan de puntillas, casi pidiendo perdón.

No se puede sorportar tampoco el tema del tráfico. Cómo es posible que las calles de Mariana y Emilio Ferrera, que se arreglaron para convertirlas en peatonales, sean dos autovías donde el peatón tiene que caminar pegado a las paredes, para no ser atropellado, ya que no existen las aceras.

Lo del aparcamiento parece otra batalla perdida. Aquel sueño de todo conductor de poder aparcar en la puerta de su casa es ya una realidad que se puede comprobar dando una vuelta por el barrio de la Almedina y la Alcazaba, donde a diario se ven los coches taponando las calles estrechas e imposibilitando, en el caso de que fuera necesario, la actuación de una ambulancia o de un camión de bomberos. El problema está a la vista de todos, pero no hay quien tome medidas porque en la política actual lo que importa es no molestar a nadie para no perder ningún voto, ya que lo de gobernar está concebido no como una vocación de paso, sino como una colocación para toda la vida.

Está muy bien lo de invertir para mejorar las calles y las plazas y dejarlas más bonitas. Lo del lavado de cara luce mucho cuando se cuenta después en los periódicos, pero no sirve de nada cuando las obras se dejan morir sin el mínimo mantenimiento. Se anunció en su día a bombo y platillo la nueva imagen de la Plaza de Cepero, lugar de paso de cientos de turistas que todas las semanas van hacia la Alcazaba. Se construyó una fuente, se plantaron árboles y se rodeó el perímetro con bolardos de piedra que le daban al lugar una estética diferente. Unos meses después de su inauguración, alguien quitó tres bolardos, los mismos que consiguió rescatar el Ayuntamiento poco después. Lo normal es que se hubieran repuesto, pero no, han pasado casi dos años del incidente y ni se han colocado los bolardos ni se van a colocar, por lo que la reactivación de la plaza se ha quedado en un auténtico parche.

Todos aplaudimos el interés de la alcaldesa en mejorar el barrio que nos define a los almerienses fuera de nuestra ciudad, pero el primer paso de esa reactivación, antes de cualquier reunión con los padres de cualquier proyecto, es hacer que de una vez por todas se cumpla la ley.

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